EL REVÉS Y EL DERECHO
No puedo considerar la envidia como uno de mis múltiples defectos pero de la poca que soy capaz de sufrir, ahora les diré en qué consiste, puedo afirmar que me siento redimida por el carácter de su naturaleza que creo, ennoblece a quien la padece. Sólo envidio a aquellos que, de una forma u otra, trabajan por y para engrandecer esta especie mía, guiados en su labor cotidiana por la H de humanidad, la D de dignidad y la B de bondad.
Este fin de semana me he dedicado a contemplar el espíritu de un hombre que plasmó lo que les cuento en unas de las más bellas palabras jamás escritas. Les hablo de Camus y el prefacio a la reedición de una serie de ensayos de juventud titulados El revés y el derecho.
Su lectura ha de ser sosegada y reposada como cuando uno tiene por delante un delicioso guiso y al igual que cuando catamos un buen vino y realizamos un ejercicio retronasal, el prefacio nos llama a su lectura una y otra vez hasta que todo su sabor, su aroma y su color nos ha penetrado lo suficiente como para restar satisfechos.
El magnífico prefacio es todo un tratado de ética, la reflexión de un hombre de condición humilde que, a solas consigo mismo, comparte sus miedos, sus virtudes y sus defectos sabedor de esas limitaciones que tan pocos hombres son capaces de manifestar abiertamente.
“La obra de un hombre no es sino ese largo caminar para recuperar, pasando por los desvíos del arte, las dos o tres imágenes sencillas y grandiosas a las que se le abrió el corazón una vez primera”
Y en ese abrirse su corazón le lleva a Argel, donde “sentía fuerzas infinitas: sólo hacía falta encontrar un punto en donde aplicarlas. No era desde luego la pobreza la que obstaculizaba esas fuerzas; en África, el mar y el sol son gratis”. Quizás por ello, declara que no sabe poseer. ¡Cuánto me gustaría poder ser como él! y afirmar, una vez abierto el corazón, que por una forma mía diferente de escatimar me hiciera –como a él- ser avariciosa de “esa libertad que se esfuma en cuanto aparece el exceso de bienes”. La posesión parece que nos lleva a la envidia, a esa compañera que osa disfrazarse de múltiples formas como aquélla que les he presentado al comienzo. Camus nada desea con envidia y confiesa que no siempre piensa en los deseos de los demás y eso le resta imaginación, es decir, bondad.
¿Acaso todos nosotros no hacemos lo mismo? Nada de lo que hacemos o sentimos es gratuito ni siquiera el amor. Sin embargo, ¡ay desdichados de nosotros! “no hay amor por la vida sin desesperación por la vida” por eso recurrimos a la moral y nos sale tan caro: “nos inventamos máximas para colmar los socavones de la propia forma de ser” y hablamos de lo que es justo cuando el hombre es una injusticia en marcha, cuando el máximo alcance de nuestra máxima es, precisamente, la pretensión de serlo. La justicia nos llena de dolor y desdicha. Entonces, reconocemos al menos que nos queda el honor, sí, esa “virtud de los injustos” que necesitamos porque todavía no somos lo bastante grandes como para prescindir de ella.
“Los secretos que más caros nos son, el desorden y la torpeza los desvelan demasiado”. Mientras escribo esto le comento a Tio Petros que cuánto me hubiera gustado plasmar en lugar de este desorden de palabras y sentimientos, en lugar de esta torpeza tan mía que provoca en lo que escribo frases aceleradas y entrecortadas, digo, que cuánto me hubiera gustado haber transmitido una centésima parte de lo que este prefacio se ha llevado de mí, consigo.
18 comentarios
Bautista -
Vailima -
un saludo
Megos -
Bueno, supongo que lo que quiero decir es que de interesarse más por este escritor esencial (no filósofo , según el mismo Camus), puede ser que este libro que menciono sea una buena introducción, ya que ofrece vital información concerniente a sus obras, su vida y los momentos históricos en los cuales se desarrolló como una evidente figura a seguir.
Siguiendo con el asunto del artículo, y habiendo leído ese prefacio del que hablas, Vailima, no puedo estar más de acuerdo con lo que has escrito. Definitivamente, no sólo ese prefacio, sino el libro en sí es una joya que amerita constantes lecturas para la verdadera aprehensión de lo que Camus nos quiere decir.
Muchas gracias por el post, saludos y abrazos.
Vere -
Vailima -
roccomejia -
ladydark -
isabelbarcelo -
Gracias por la dirección que me has proporcionado. Tengo pactado con Harry Reddish que cuando llegue el momento del encuentro de Dido con Eneas y los siguientes episodios, él me ayudará con la música, precisamente habíamos elegido la que me has enviado. Gracias. Saludos y hasta pronto.
Vailima -
Capitán Pescanova -
Un saludo y estupendo post, Vailima.
Eduardo -
Besos grandes.
Edu
Vailima -
Gracias, además, por transcribir la canción que, como subrayas, ya forma parte de la cultura de nuestra tierra.
un abrazo
Herri -
Un gran escrito, Vailima (siento envidia, ;))
Y déjame poner aquí el poema entero de Joxan Artze al que musicaliza Mikel Laboa:
Hegoak ebaki banizkio
nerea izango zen,
ez zuen aldegingo.
Bainan, honela
ez zen gehiago txoria izango
eta nik...
txoria nuen maite.
Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío,
no habría escapado.
Pero así,
habría dejado de ser pájaro.
Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.
Un sencillo canto a la libertad que ya forma parte de nuestra cultura.
Vailima -
anarkasis -
Vailima -
Hablando de pájaros: existe una bella canción en euskera (Hegoak ebaki) que habla sobre un pájaro al que si le corto las alas para que no me deje, seguirá, sí, conmigo pero habrá dejado ya de ser un pájaro (eta nik txoria nuen maite).
El hombre, en su carrera por ser un dios, siente deseos exacerbados por poseer y para convertir lo poseído a su imagen y semajanza. Desgraciadamente, no nos damos cuenta que no sólo deseamos objetos sino que la conquista afecta a las personas que nos rodean.
Riforfo: léelo y ya me dirás.
telemaco -
Cuando uno nace y pasa su niñez sin estar rodeado de posesiones que proteger puede dedicar su tiempo a disfrutar de todo lo que está ahí fuera.
De todo lo que se puede disfrutar sin necesidad de poseer.
De todo aquello que en realidad se estropea cuando se posee.
El mundo rebosa de bellísimos pájaros de sublime canto que nos empeñamos en meter en jaulas para "poseerlos".
Riforfo Rex -