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Vailima

La estantería de Don Quijote

EL CASTIGO

DESESPERACION

“No hay peor ladrón que un mal libro”

Proverbio italiano

Lo he terminado. Por fin. He pagado con creces el mal inflingido y he recobrado mi añorada libertad literaria. Porque de eso les hablo, amigos.

Exactamente el fatídico día del 7 de julio de 2007 cometí el error de comprarme un libro equivocado. Desde el primer momento que estuvo en mi poder comprendí que debía ocultarlo por mi bien. No sé, seguro que Él lo entiende y es comprensivo, como siempre. Durante meses ha permanecido ignoto para cualquier ojo allá donde tuve a bien expulsarlo al olvido pero tarde o temprano las malas acciones salen a la luz como la mala hierba que pugna por crecer en un hueco de mampostería. Él descubrió la farsa, el escondrijo, la mala leche, el averno donde descansaba mi falta y en el averno me he encontrado por sentencia de muerte dictada por aquel a quien amo: lo compraste luego te lo lees.

El libro está maldito y les doy el aviso para que lo consideren. Tanto es así que hace unos dos meses volvió a mí en forma de castigo. Día a día, página a página he cumplido mi pena mientras yo misma intentaba esquivar esa voz interior que me decía, lo mismo que en el poema de Claudio Rodríguez, “que tantos años vayan de vacío”. Y no aprendo, que siempre me ha dicho mi madre que como antes por los ojos… Hoy mi vida entera es, toda ella, un acto de voluntad.

 

Esta vez voy a tenerlo presente. Día a día, página a página he conseguido tragarme un infumable, ¡yo! que tropiezo dos veces en la misma piedra y dejo los cigarrillos por este veneno que lleva por título Todo bajo el cielo.

Todo bajo el infierno y su autora, Matilde Asensi, sigue viva.

Para redimirme, Él me ha regalado un capricho, como en todo acto de amor y sin esperar a que llegue a casa me dice que me va a gustar tanto que acabaré extenuada como si te hubiera chupado la sangre.

El Drácula de Stoker, ése de la colección Gótica de Valdemar con quien tanto he querido. Y mientras devoro sus páginas, estas sí, reclino mi cuello y me abandono en Él sobre un almohadón mientras noto algo cálido en la comisura de la boca. ¡Ah, una gota de sangre…!

 

LA GRAN GUÍA DE LOS BLOGS 2008

LA GRAN GUÍA DE LOS BLOGS 2008

La gran guía de los blogs 2008 nace gracias al trabajo, esfuerzo y dedicación que Francisco Polo y Rosa Jiménez Cano han volcado para que este proyecto se haga realidad.

No hay empresa que nazca sin ilusión, ésa de la que hablaba ayer Paco en su bitácora y que comparto, como no podía ser de otra forma, por amistad y porque la que escribe contribuye con su granito de arena.

El libro consta de dos partes. La primera engloba un conjunto de artículos donde se analiza el tema de la blogosfera desde diferentes puntos de vista. Desde la política hasta el mundo empresarial pasando por mi granito de arena donde hablo de arte.

“La segunda parte es un directorio de cientos de blogs en español clasificados por materias. Pero no en forma de listín telefónico sino dedicando a cada blog un espacio importante. La mitad de cada página. Incluyendo imagen, descripción y ficha técnica del mismo. A todo color” como nos dice Paco.

Quiero agradecer a ambos editores la confianza que han depositado en mí. Espero, de todo corazón, que lo que empezó como una idea termine siendo todo un éxito editorial. El personal, ya lo han conseguido.

En papel.

Con tapita dura.

Próximamente en todas las librerías.

UN HOMBRE DE PAGO

UN HOMBRE DE PAGO

Un hombre de pago es el título con el que Neus Arqués conduce al lector por el mundo de la prostitución masculina. Les confieso que el tema me era desconocido pero la sorpresa de la obra radica, curiosamente, no en el personaje masculino que la ejerce sino en los sentimientos de las mujeres que confieren su universo.

La novela se despliega como un asombroso atlas de lugares, personajes e historias que convergen en un eje central: Iván, el aparejador que salió un día de La Habana y que, a la espera de una vida mejor, se ha convertido en un gigoló que nos habla de sus sentimientos con la voz de su compadre el Piesplanos mientras nos sirve una copa en el Hemingway.

La historia se desarrolla en blanco y negro, lo sé, como la vida triste de Rosa, una dermatóloga a la que su marido ha abandonado por una mujer más joven, la misma Rosa que alentada por su masajista decide un día contratar los servicios de un gigoló. O como la vida también triste de Bel, a quien los revolcones en la cama con Iván harán olvidar la ruptura de su matrimonio. La primera paga, la segunda no, pero ambas y por diferentes caminos, esperan lo mismo y lo mismo obtienen.

Todos los Hombres somos así, ¿existe algo mejor que el sexo con una escultural pareja que hace que te olvides del mundo porque el mundo es tu montera? Pues sí, nos dice Rosa, “parte de la satisfacción de ligar consiste en explicarlo después a tus amigas, y la que diga que no, miente”. Tras esta reflexión, se aparece la verdad más cruda, la realidad más palpable. El amor y es entonces cuando uno debe callar y esperar una respuesta.

Las dos mujeres de Un hombre de pago se ven obligadas al silencio, al lenguaje de los sentimientos donde lo económico ya carece de importancia. Sus incertidumbres obtienen por fin una respuesta, “tenemos muchas vidas posibles y elegimos una, y esa opción sólo funciona si renegamos de las demás. No podríamos resistir una sobredosis de felicidad permanente” –dice Bel-.

Quizás se equivoque en esto último. Elegimos una renegando de las demás y lo hacemos con la absoluta certeza de que nadie puede resistir una sobredosis de infelicidad.

“P´alante, mi hermano” aunque sea en blanco y negro como la de lván, Rosa y Bel. Como la nuestra muchas veces.

Gracias, Neus.

HISTORIA DE LA BELLEZA a cargo de UMBERTO ECO



Cuando el jueves de hace dos semanas me encontraba en Madrid recibí una llamada telefónica de mi librera:
- “ya tienes el libro aquí” –me dijo-.
Lo había encargado hacía semanas y estaba empezando a impacientarme. El libro en cuestión se titula Historia de la Belleza.
La última aventura de Umberto Eco, editada en España por Lumen, trata de hacer un recorrido no ya por la historia del arte sino por la historia de la belleza como nos dice el autor en la introducción.
Con un lenguaje impecable (como no podía ser de otra forma) y divulgativo plantea al lector conceptos como “gracioso”, “bonito”, “sublime”, que pueden parecernos a priori ligados al concepto de belleza. En un primer momento podríamos pensar en una identidad entre lo bello y lo que nos gusta y, siguiendo la correspondencia, lo que nos resulta bueno.
”Es un bien aquello que estimula nuestro deseo” dice Eco. Sin embargo, si vamos más allá de este primer planteamiento comprobaremos que no siempre consideramos lo bueno como aquello que es digno de ser poseído. Allí es donde tenemos que empezar a hablar de lo bello porque nos damos cuenta de que hablamos de belleza cuando disfrutamos de algo por lo que es en sí mismo, independientemente del hecho de que lo poseamos”.

A partir de este análisis, Eco nos conduce a lo largo de la historia, bien por diferentes culturas, bien por determinadas épocas hacia una historia de las ideas bellas sin partir en ningún caso, de una idea preconcebida de belleza sino que va examinando con magnífica maestría aquello que los hombres de todos los tiempos han considerado como bello.
En todo este paseo irá acompañado el lector por los textos de diversos autores y comprobará en muchos casos, que no siempre la literatura de la época ensalza como bello aquello que los artistas plásticos convienen como tal.

Una obra, en definitiva, bella por su contenido y por la calidad de las imágenes que ilustran al lector sobre la diferencia entre unos y otros ideales de belleza. Seremos nosotros mismos, tal y como nos invita el autor, quienes debamos encontrar la unidad que subyace a estas diferencias.
Absolutamente recomendable.

Ficha técnica:

HISTORIA DE LA BELLEZA a cargo de UMBERTO ECO
Autor: Umberto Eco
Editorial: Lumen
Fecha de publicación: 22/10/2004.
Edición: 1ª.
Número de páginas: 440.
Precio: 39,00 €

EL JARDÍN AMENO



”Pero en mi espejo cuando ya mi MISMO veo,
tundido, hendido de curtida antigüedad,
mi propio amor de mí bien del revés lo leo:
tal MISMO amarse él mismo fuera iniquidad”
Shakespeare, Narciso

Ya saben ustedes cómo me gustan los libros. Pues tengo tres joyitas, tres, que estaba esperando desde hacía un tiempo y fue el viernes pasado cuando mi librera me llamó para informarme de que ya habían llegado.
Son exquisitos. A simple vista. Incluso diría que hasta eróticamente exquisitos. Son iguales y diferentes entre sí, editados con un “gusto” que calificaría de sublime. Pertenecen a una colección titulada El Jardín Ameno y editados por Fernando Villaverde. Si les parece transcribo la breve descripción que aparece en la contraportada:

”El Jardín Ameno es una fascinante colección de prosas y versos, de pinturas y figuras, que ilustran el pasado y el presente de historias y personajes míticos. Habitan este jardín las variaciones que sobre ellos han compuesto grandes pensadores, artistas y poetas de todos los tiempos.”

El primero está dedicado a la figura de Narciso y presentado por Luis Antonio de Villena.
En el segundo, el mito de Leda y el Cisne es delicadamente introducido por Carlos García Gual y, el tercero, un conciso Fernando Savater nos dice que “naufragar es una desgracia” y por eso Robinsón está triste…

¡Si ustedes supieran qué bien se dejan acariciar estas obras! El tacto de cada una de las páginas, la impecable resolución de cada una de las obras que pasean por el Jardín, las palabras con las que se nos invita a lo largo de la historia a conocer cada una de las figuras…hasta la paginación es soberbia.
Una delicia, un verdadero placer, algo sexual.

INDEX LIBRORUM QUI PROHIBENTUR (y 3)

Así como veíamos en el post anterior de esta serie que no podemos ver en “el hambre” un factor determinante de la actitud del pícaro, tampoco podemos afirmar que nuestros personajes se muevan por “resentimiento”. Más bien todo lo contrario. Cuando llegamos a la pobreza y miseria del escudero del Lazarillo, éste compadeciéndose de su amo, nos revela que el verdadero tema no es el hambre, sino la contraposición entre apariencia y realidad.
El ressentiment se ha aplicado a la picaresca en el significado que adquirió en la filosofía alemana de finales del XIX y principios del XX, primero en Nietzsche y luego en Scheler, concepto ligado en ambos autores (y en Brentano) a la teoría de los valores.
Si bien Nietzsche conectaba el resentimiento al cristianismo considerando que éste lo había introducido en la moral occidental, Scheler mostrando la injusticia de esta imputación, introdujo la noción de resentimiento como concepto ético:

el resentimiento es una autointoxicación psíquica

Cuando vamos más allá de sentimientos hostiles o más allá incluso de la negación del valor de personas o cosas, nos encontramos con la forma extrema y rigurosa de resentimiento, es decir, con la negación del valor mismo o con la inversión de la jerarquía objetiva de los valores. Dicho de otro modo, el resentido anula el valor de cualquier persona o cosa y/o prefiere lo inferior a lo superior. Se trata de una forma radical de falsificación porque el juicio de valor del resentido es verdadero, veraz y honrado ya que se ajusta a su escala de valores.

Formas de resentimiento las encontramos y, muchas, en novelas del género que tratamos. Sin embargo, en el Lazarillo, creadora del género, el resentimiento es sólo un ingrediente más, puesto que Lázaro no sólo no es un resentido sino que es uno de los casos más representativos del amor justo que diría Brentano.
Lázaro en todo momento reconoce la lección y la estima en lo que tiene de valiosa, a pesar del brutal precio que tenga que pagar en algunos casos.
Es más, su escrupulosidad llega a tal límite que considera “sinjusticia” no reírse del ciego cuando éste goza de ejercerle un castigo y contarlo después una y otra vez porque “...mas con tanta gracia y donaire contaba el ciego mis hazañas, que, aunque yo estaba tan maltratado y llorando, me parecía que hacía sinjusticia en no se las reir.”. Lázaro a la vez que odia al ciego por su maldad y dureza de corazón, reconoce y valora la gracia con que cuenta a otros sus penurias.

Homo homini lupus nos decía Hobbes. Pero no siempre. Ninguna fórmula puede agotar lo que es la condición humana.
No es la violencia lo que caracteriza la convivencia del pícaro con el mundo, es más bien el engaño, la agudeza y el arte del ingenio. Y si no, vean, como muestra final, este precioso botón que protagoniza mi querido Pablos, de todos conocido por “El Buscón”:

Sucedió que el ama criaba gallinas en el corral; yo tenía gana de comerla una. Tenía doce o trece pollos grandecitos, y un día, estando dándoles de comer, comenzó a decir:
-“¡Pío, pío!”;
y esto muchas veces. Yo que oí el modo de llamar, comencé a dar voces, y dije:
-“¡Oh, cuerpo de Dios, ama, no hubiérades muerto un hombre o hurtado moneda al rey, cosa que yo pudiera callar, y no haber hecho lo que habéis hecho, que es imposible dejarlo de decir! ¡Malaventurado de mí y de vos!”.

Ella, como me vio hacer extremos con tantas veras, turbóse algún tanto y dijo:
-“Pues, Pablos, ¿yo qué he hecho? Si te burlas, no me aflijas más”.
–“¡Cómo burlas, pesia tal! Yo no puedo dejar de dar parte a la Inquisición, porque, si no, estaré descomulgado.
-“ ¿Inquisición?”,
dijo ella; y empezó a temblar.
-“Pues ¿yo he hecho algo contra la fe?”.
-“Eso es lo peor” –decía yo-; “no os burléis con los inquisidores; decid que fuesteis una boba y que os desdecís, y no neguéis la blasfemia y desacato”.
Ella, con el miedo, dijo:
-“Pues, Pablos, y si me desdigo, ¿castigaránme?”.
Respondíle:
-“No, porque sólo os absolverán”.
-“Pues yo me desdigo” –dijo-, “pero dime tú de qué, que no lo sé yo, así tengan buen siglo las ánimas de mis difuntos”.
-“¿Es posible que no advertisteis en qué? No sé cómo lo diga, que el desacato es tal que me acobarda. ¿No os acordáis que dijisteis a los pollos, pío, pío, y es Pío nombre de los papas, vicarios de Dios y cabezas de la Iglesia? Papáos el pecadillo”.
Ella quedó como muerta, y dijo:
-“Pablos, yo lo dije, pero no me perdone Dios si fue con malicia. Yo me desdigo; mira si hay camino para que se pueda escusar el acusarme, que me moriré si me veo en la Inquisición”.
-“Como vos juréis en una ara consagrada que no tuvisteis malicia, yo, asegurado, podré dejar de acusaros; pero será necesario que estos dos pollos, que comieron llamándoles con el santísimo nombre de los pontífices, me los deis para que yo los lleve a un familiar que los queme, porque están dañados. Y, tras esto, habéis de jurar de no reincidir de ningún modo”.


Como han visto, el pícaro Pablos, hace suya la sentencia de Homo homini vulpes (el hombre es un zorro para el hombre) y con tanta gracia y donaire que al final de esta historia le sacó un pollo más a la pobre Cipriana.
Espero, como siempre, que al menos hayan estado entretenidos un rato. Mañana es viernes y les contaré una historia de terror.
A lo dicho, pasen buen día vuestras mercedes.

INDEX LIBRORUM QUI PROHIBENTUR (2)

La forma de la novela picaresca por antonomasia es la autobiográfica. Salvo en raras y escasas excepciones, es el pícaro quien cuenta su vida en primera persona. Son muchas las justificaciones que sobre esta cuestión se han ido proporcionando, pero hay dos que destacaría sobre las demás.
La primera es que la autobiografía justificaría literariamente una vida tan poco importante y elevada como la del pícaro porque ¿a quién iba a interesar una vida así? Evidentemente al propio desdichado. De esta manera habla sobre sí mismo porque otros no tienen motivo alguno para hacerlo.
La segunda y, no menos importante, es como apunta Julián Marías, que el relato en primera persona consigue que aquello que en tercera persona sería distante y borroso, adquiera fuerza y evidencia si el personaje ficticio está “aquí”, entre nosotros, puesto que él mismo es quien habla.

Además de por su forma, si hablamos del tema, lo primero que nos viene a la cabeza es la causa de las desdichas y avatares de nuestro simpático protagonista, es decir, del hambre y si hablamos del atributo que caracteriza al personaje, diremos que actúa por resentimiento. Veamos cómo estos dos pilares por los que parece regirse este género no constituyen los móviles efectivos de la picaresca.
La mayoría de los amos que tiene el Lazarillo no le dan de comer. El hambre, pues, se introduce como factor principal. Sin embargo, salvo en un caso (el del escudero), el hambre procede de la avaricia del amo y no de la escasez y la pobreza. Con Guzmán de Alfarache, pícaro por excelencia, ocurre incluso lo contrario, como el propio Guzmán relata:

”Era yo muchacho vicioso y regalado, criado en Sevilla sin castigo de padre, la madre viuda,..., cebado a torreznos, molletes y mantequillas y sopas de miel rosada..”

El joven sevillano no se lanza a la vida picaresca por hambre sino por hartura y por afán de novedad y aventura. Lo mismo que ocurriera con el pupilo del Dómine Cabra haciéndonoslo llegar de esta guisa el mismísimo Quevedo:

”Comieron una comida eterna, sin principio ni fin; trajeron caldo en unas escudillas de madera, tan claro, que en comer en una de ellas peligrara Narciso más que en la fuente”

¿Es esto hambre?
¿Es el hambre el leitmotiv de nuestros pícaros más queridos?
Aquí les dejo con uno de mis pasajes favoritos del Lazarillo, para que se entretengan hasta que mañana, para finalizar, analicemos “el resentimiento” como el otro motor por el que se mueve la acción picaresca.

“Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese,..., y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta, en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y, en el invierno, leños, a que nos calentábamos.
De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar.
Y acuérdome que estando el negro de mi padrastro trebejando con el mozuelo, como el niño veía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía dél, con miedo, para mi, darme, y señalando con el dedo, decía:
-¡Madre, coco!
Respondió él, riendo:
-¡Hideputa!
Yo, aunque bien muchacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí:
“¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!”
”

Hasta mañana.

INDEX LIBRORUM QUI PROHIBENTUR (1)



Recuerdo que durante mi infancia y preadolescencia, llegado ese punto del interminable verano en el que un niño ya se aburre con todo, echaba mano de un tipo de novelas en particular, que me levantaban el ánimo y conseguían que las tardes del final de agosto se me pasaran en un ti-ta como diríamos en mi tierra. Para el resto de mis amigas, que con dolor las recuerdo leyendo “Sissi Emperatriz”, la bicho raro que aquí suscribe, se entretenía devorando unas infumables novelas que más tarde aprenderíamos que se calificaban de “picaresca”.

Será porque mi ánimo se encuentra como en aquellos años, en pie de guerra o porque tengo que alimentar casi diariamente este blog cual lazarillo desprovisto de sustento con el que autoalimentarse, he retomado la idea y quiero contarles alguna cosilla al respecto para hacerles boca e invitarles a que relean alguna novela de este género que, quizás, hayan olvidado desde que en su infancia, su profesor de literatura la incluyera sin piedad en el temario del curso.

La novela picaresca es la que crea y realiza el “Lazarillo”, y que escribe un anónimo autor allá por 1554. Desde esta fecha en la que sale a la luz El lazarillo de Tormes hasta que en 1599, Mateo Alemán escribe Guzmán de Alfarache no existe ninguna obra de este género. Lo curioso, es que de una a otra transcurre el reinado de Felipe II y así como podemos afirmar que ambas pertenecen al mismo género, también podemos decir que la concisión y frescura de la primera queda sustituida por la carga ideológica y moralizante de la segunda. Indudablemente, el verbo “vivir” adquiría sentidos diferentes si hubiéramos sido ciudadanos de España en tiempo de Carlos V o en el de Felipe II.
Como les decía, el género “picaresca” viene definido por un caso individual que difiere sustancialmente de todos los demás. En sucesivos post, les iré mostrando algunas “peculiaridades” de la picaresca determinantes para sus protagonistas que, curiosamente, no son comunes para todos.
Por el momento y, hasta la próxima, les dejo con el comienzo del prólogo de la vida del Lazarillo y aplícome lo que allí se narra y tengan a bien recompensarme con la lectura de este escrito llamado post.

”Yo por bien tengo que cosas tan señaladas y por ventura nunca oídas ni vistas vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade y a los que no ahondaren tanto, los deleite. Y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena. Mayormente que los gustos no son todos unos; mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de algunos que de otros no lo son. Y esto para que ninguna cosa se debería romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicios y pudiendo sacar della algún fruto.
Porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras y, si hay de qué, se las alaben. Y a este propósito dice Tulio: “La honra cría las artes”.”


Hasta mañana.

TRINITY COLLEGE

TRINITY COLLEGE Este fin de semana he hecho una de las cosas que más me gusta hacer. He releído un libro. Quizás les parezca un tanto exagerado pero el paso del tiempo siempre ha jugado en mi favor en lo que a libros se refiere: por una parte me mantiene la ingenuidad de la primera lectura y, por otra, me ofrece el placer añadido de conocer el terreno y tener la certeza de por dónde me deslizo en la lectura.
Le tenía ganas, qué le vamos a hacer. El libro en cuestión es DR. J.H. WATSON. El Caso del Anillo de los Filósofos “rescatado” dicen por Randall Collins. Si me permiten, voy a transcribirles el comentario de la contraportada y así les pongo en antecedentes:

Desde hace varias décadas se venían escuchando rumores insistentes y contradictorios en relación con uno de los más sorprendentes casos de la historia criminal de occidente; un caso en el que aparecían implicadas directa o indirectamente destacadas personalidades del mundo de la ciencia y la cultura de nuestro siglo, y en cuya solución fue decisiva, una vez más, la intervención del más grande detective de todos los tiempos: Mr. Sherlock Holmes. Un muro de silencio –erigido en parte por el propio confidente de Mr. Holmes, el doctor John H. Watson- había rodeado este affaire desde su origen, que se remonta al año que precedió al estallido de la Primera Gran Guerra. Finalmente, cuando ya se creía que el misterio permanecería en la sombra para siempre, el Doctor Randall Collins, eminente erudito norteamericano, sorprende a la opinión pública con la edición del manuscrito original del Doctor Watson, desenterrado de los archivos tras años de estudio y celosa investigación, que contiene una fiel relación de los hechos que constituyen lo que se ha dado en llamar “El Caso del Anillo de los Filósofos”.
Los acontecimientos que tuvieron lugar aquel año colocaron a Holmes en el centro del mundo intelectural de la época –un mundo que aborrecía especialmente- y le obligaron a desempeñar un papel que cambió la historia del pensamiento contemporáneo. De una u otra forma, los cerebros más destacados de la intelectualidad europea se vieron envueltos en esta escabrosa historia: el filósofo y agitador político Bertrand Russell, el ingeniero de la razón y arquetipo del genio Ludwig Wittgenstein, el economista John Maynard Keynes, el m´sitico y matemático hindú Ramanujan y “El hombre más perverso de Inglaterra”, Aleister Crowley, entre otros.


La acción comienza cuando Holmes recibe una carta de Bertrand Russell advirtiéndole que L. Wittgenstein corre un gran peligro: "Están robando una gran mente". Ramanujan aparece muerto en su dormitorio del Trinity College. Y hasta aquí les puedo contar...

Si tienen oportunidad, que lo disfruten.

CONTRA NATURA



Contra natura de Huysmans es un manifiesto del espíritu decadentista del siglo XIX (1.884), donde Des Esseintes es el protagonista que sufre las carencias de su siglo.
La obra es tan negativa y más fría que los textos de Hofmannsthal. Se trata de una crónica romántica de una tensión crítica de esa conciencia desdichada del individuo hegeliano. Des Esseintes es un individuo que va agotando todas las prescripciones del siglo. Él vive el viaje interior, no el viaje romántico exterior.

Contra natura es la naturaleza artificial, recreada. Un espacio desnaturalizado en el que el personaje se esconde. Es el antiviajero donde vive una anti-iniciación. La naturaleza se ve reemplazada por el artificio.

Es una defensa de las cosas fenecidas, muertas y perdidas; la negación de lo vivo y el revestimiento de lo natural. Defensa de lo falso, y de la lengua latina. Misticismo católico, pero, puramente ornamental (falso); estetizante. (Huysmans se convirtió al final de su vida al catolicismo y renegó de esta obra).

Fascinación por el ritual romano: el latín, la escenografía sagrada-religiosa. Unión de las artes: Sinestesia, como interpenetradas (se mezclan los sentidos: “licores musicales”, “bebidas comparadas a instrumentos...”).

Tensión entre exceso-carencia en todo el libro. Agotamiento de todas las impresiones vividas en contraposición al retiro, al silencio y la carencia.

Homenaje al intento de recreación de una segunda naturaleza, ficticia; la del artista. Baudelaire es como el santo patrón de Huysmans al ver a la naturaleza como la madre corruptora. El exceso de reflexión del hombre moderno le agua la fiesta; no le deja disfrutar de la vida:

“el presente tortura, el pasado repugna y el futuro aterra”

Al final de la obra el protagonista busca un consuelo espiritual a ese cansancio de sensaciones. El peso de la razón es excesivo, se ha caído en la “crisis del escepticismo racional”.

Baudelaire asume trágicamente este escepticismo.
Proust nos habla de la exasperación del hombre suprasensible.
Nietzsche nos llega con humor trágico y terrible.

FELICES PESADILLAS



Estoy leyendo una antología fabulosa de literatura fantástica y de terror en forma de relatos cortos donde la editorial Valdemar aúna lo más florido de este género aparecido en la editorial desde 1987 hasta el pasado año.
Ciertamente, es una delicia y una obra “fácil” ya que al tratarse de pequeñas narraciones el lector puede aprovechar cualquier espacio de tiempo, por pequeño que sea, para deleitarse unos minutos con tesoros que nos hablan de la muerte, los fantasmas, el diablo, los vampiros, los psicópatas y demás elementos que conforman la naturaleza de este género.
Lovecraft, Conan Doyle, Stevenson, Dickens, T. Gautier, Poe, Dumas, ETA Hoffmann... y otros muchos maestros les acompañarán en este viaje al centro del terror.

Se lo recomiendo.

LA BOFETADA DE CHARLOTTE CORDAY

¿Recuerdan a Marie-Anne Charlotte de Corday d´Armont? Quizás no les diga nada este nombre pero si les refresco la memoria y les digo que se trata de la asesina del célebre Marat del que David recogió en un magnífico lienzo el momento de su muerte, ya sepan de quién estoy hablando.
Este fin de semana tenía muchas cosas que hacer y como momentos de lectura no me faltan, he optado por el relato corto. Y he aquí que me encuentro una joyita de Alenxandre Dumas titulada La bofetada de Carlota Corday en un recopilatorio de relatos de terror de la editorial Valdemar. A continuación les doy cuenta del mismo para su disfrute.



El señor Ledru empezó.
-Yo soy –dijo- el hijo del famoso Comus, físico del Rey y de la Reina; mi padre, al que su apodo burlesco ha hecho clasificar entre los prestidigitadores y los charlatanes, era un distinguido sabio de la escuela de Volta, de Galvani y de Mesmer. El primero que se ocupó en Francia de fantasmagoría y de electricidad, dando clases de matemáticas y de física en la corte.
La pobre María Antonieta, a la que vi veinte veces, y que en más de una ocasión me cogió las manos y abrazó cuando llegó a Francia, es decir, cuando yo era un niño; María Antonieta estaba loca por él. A su paso en 1777, José II declaró que no había visto nada más curioso que Comus.
En medio de todo esto, mi padre se ocupaba de la educación de mi hermano y de la mía, iniciándonos en todo lo que sabía de las ciencias ocultas, y en una multitud de conocimientos galvánicos, físicos, magnéticos que hoy son del dominio público, pero que en esa época eran secretos, privilegio solamente de unos pocos; el título de físico del Rey hizo que mi padre fuera encarcelado en el 93; pero gracias a algunas amistades que yo tenía en la Montaña conseguí que lo soltaran.
Entonces mi padre se retiró a esta misma casa en que yo vivo, y aquí murió en 1807, a los setenta y seis años.
Volvamos a mí.
He hablado de mis amistades con la Montaña. En efecto, mantuve relaciones con Danton y con Camille Desmoulins. Yo había conocido a Marat más como médico que como amigo. En fin, que le conocía. Por corta que haya sido esta relación que tuve con él, resultó que el día en que llevaron a la señorita de Corday al cadalso, yo me decidí a asistir a su suplicio.
Dos horas después de mediodía, ya estaba yo en mi puesto junto a la estatua de la Libertad. Era una cálida mañana de julio; el tiempo estaba pesado, el cielo cubierto y prometía tormenta.
A las cuatro la tormenta estalló; fue en ese momento, según dicen, cuando Charlotte subió a la carreta.
Habían ido a buscarla a la prisión en elmomento en que un joven pintor estaba ocupado en hacerle su retrato. La muerte, celosa, parecía querer que nada sobreviviese a la joven, ni siquiera su imagen.
La cabeza estaba esbozada en la tela y, ¡cosa extraña!, en el momento en que entró el verdugo, el pintor estaba en el mismo lugar del cuello que la guillotina iba a cortar.
Los relámpagos brillaban, caía la lluvia, resonaba el trueno, pero nada había podido dispersar al populacho curioso; los muelles, los puentes y las plazas estaban atestadas, los rumores de la tierra apenas cubrían los rumores del cielo. Aquellas mujeres a las que con un nombre enérgico se llmaba chupadoras de guillotina, la perseguían con maldiciones. Oía aquellos ruidos acercarse a mí como se oyen los de una catarata. Mucho tiempo antes de que puediera percibir nada, la multitud onduló; finalmente, como un navío fatal, apareció la carreta en medio de la multitud, y pude distinguir a la condenada, a la que no conocía, a la que no había visto nunca.
Era una hermosa joven de veintisiete años, de ojos magníficos, con una nariz de un diseño perfecto y unos labios de regularidad suprema. Se mantenía de pie, con la cabeza alta, menos para parecer dominar aquella multitud que porque sus manos atadas a la espalda la forzaban a mantener así la cabeza. La lluvia había cesado; pero como había soportado la lluvia durante las tres cuartas partes del camino, el agua que había corrido por ella dibujaba sobre la lana húmeda los contornos de su cuerpo encantador; se hubiera dicho que salía del baño.
La camisa roja que le había puesto el verdugo daba un aspecto extraño y un esplendor siniestro a aquella cabeza tan orgullosa y tan enérgica. En el momento en que llegaba a la plaza cesó la lluvia, y un rayo de sol, deslizándose entre dos nubes, fue a jugar en sus cabellos, que hizo irradiar como una aureola. En verdad, se lo juro, aunque detrás de aquella joven hubiera un crimen, acción terrible, incluso aunque vengase a la humanidad, aunque yo detestase aquel crimen, no habría sabido decir si lo que veía era una apoteosis o un suplicio. Al divisar el cadalso, palideció: y esa palidez fue sensible, debido sobre todo a la camisa roja que le subía hasta el cuello; pero casi al punto hizo un esfuerzo y terminó volviéndose hacia el cadalso, que contempló sonriendo.
La carreta se detuvo; Charlotte saltó a tierra sin permitir que la ayudaran a descender, luego subió los peldaños del cadalso, que la lluvia que acababa de caer había vuelto resbaladizos, tan rápido como se lo permitía la longitud de su camisa que arrastraba y el estorbo de sus manos atadas. Al sentir la mano del ejecutor posarse en su hombro para quitarle el pañuelo que cubría su cuello, palideció por segunda vez, pero en ese mismo instante una última sonrisa vino a desmentir aquella palidez, y por sí misma, sin que se le atase la infame báscula, en un impulso sublime y casi jovial, pasó su cabeza por la horrible abertura. Cayó la cuchilla, la cabeza separada del tronco fue a parar a la plataforma y rebotó. Fue entonces cuando uno de los ayudantes del verdugo, llamado Legros, cogió aquella cabeza por el pelo, y, en una vil adulación a la multitud, le dio una bofetada. Pues bien, les digo que con aquella bofetada la cabeza se ruborizó: la cabeza, no la mejilla, yo lo vi, ¿me oyen? No la mejilla tocada, sino las dos mejillas, y con rubor igual, porque el sentimiento vivía en aquella cabeza y se indignaba de haber sufrido una vergüenza que no podía detener.
También el pueblo vio aquel rubor, y tomó el partido de la muerta contra el vivo, de la supliciada contra el verdugo. Acto seguido se pidió venganza por aquella indignidad, y acto seguido el miserable fue entregado a los gendarmes y llevado a prisión.
Yo quería saber qué sentimiento había podido llevar a aquel hombre al infame acto que había cometido. Me informé del lugar en que estaba; pedí permiso para visitarlo en la Abbaye, donde lo habían encerrado, lo obtuve y fue a verle.
Una sentencia del tribunal revolucionario acababa de condenarle a tres meses de prisión. El no comprendía que fuera condenado por una cosa tan natural como la que había hecho.
Le pregunté qué había podido llevarle a cometer aquella acción.
-¡Bonita pregunta! –dijo-. Soy maratista; acababa de castigarla por cuenta de la ley, quise castigarla por mi cuenta.
-Pero –le dije- ¿no ha comprendido que hay casi un crimen en esta violación del respeto debido a la muerte?
-¡Ah! –me dijo Legros mirándome fijamente-;pero ¿usted cree que están muertos porque se les haya guillotinado?
-Desde luego.
-Bueno, se ve que usted no mira en la canasta cuando están todos juntos; que no les ve volver los ojos y rechinar los dientes hasta cinco minutos después de la ejecución. Nos vemos obligados a cambiar de canasta cada tres meses, por la forma en que destrozan el fondo con los dientes. Es un montón de cabezas de aristócratas, que no quieren decidirse a morir; y no me extrañaría que un día alguna se pusiera a gritar: ¡Viva el rey!
Sabía todo lo que quería saber: salí perseguido por una idea: que, en efecto, aquellas cabezas todavía vivían, y decidí asegurarme.

T. ADORNO Y L. VAN BEETHOVEN: UN PASEO DE LA MANO DE GERARD VILAR

Me permito recomendaros un excelente y hermoso ensayo del fisósofo catalán Gerard Vilar titulado El desorden estético , ed. Idea Books.
El autor defiende la tesis de que el arte contemporáneo y las formas de experiencia estética ligadas a él, al contrario con lo que ocurría con el arte clásico, crean desorden, alteran nuestros esquemas de percepción, de experiencia y de lenguaje. A cambio, tenemos una nueva visión de ver y entender el mundo, incluso, nos ofrece la posibilidad de crear otro diferente. Y esta propiedad creadora va ligada a la sociedad en la que vivimos, esa sociedad que continuamente se transforma social, tecnológica y culturalmente. Por lo tanto, concluye, el desorden estético forma parte necesariamente del orden social.

En el capítulo 7, Vilar se detiene para hablarnos de la filosofía de la música dedicando el artículo a Theodor Adorno y Beethoven.



La importancia que concedió el filósofo de la Escuela de Frankfurt a la música como objeto intelectual tiene más importancia que la que se pueda pensar. De hecho, sus escritos musicales suponen la mitad de los volúmenes editados por el autor. En concreto, aquellos dedicados a Beethoven, publicados después de su muerte, son una recopilación de materiales que fue reuniendo a lo largo de más de treinta años para confeccionar una monografía sobre el músico. El trabajo está dividido en seis secciones, a saber, los escritos fragmentarios e inacabados (3 volúmenes), las notas filosóficas (5 volúmenes), los ensayos poéticos (1 volumen), las lecciones (16 volúmenes), las conferencias improvisadas (2 volúmenes) y las conversaciones y entrevistas (3 volúmenes).
W. Benjamín escribió que para los grandes hombres, las obras concluídas tienen menos peso que aquellos fragmentos en los cuales trabajan a lo largo de toda su vida. ¿Qué no habría sido de la obra que nos ocupa de haberla finalizado el filósofo? Casi ná.

Desde Pitágoras a Platón la música siempre ha estado presente en el pensamiento filosófico y, en la tradición alemana tenemos nombres como Schopenhauer y Nietzsche por lo que el interés de Adorno por este objeto de pensamiento no es único, ni lo hace singular por ello. Sin embargo, han sido muy pocos los pensadores que se han ocupado de la música de forma tan seria y sistemática como él.

El interés de Adorno por Beethoven no es casual: este músico representaba para Adorno la culminación de la tradición musical occidental como en el campo filosófico Hegel la representaba a su vez. En la obra de Beethoven se halla todo lo que luego habrá de venir de la mano de Schönberg y Weber. (Por cierto, os tengo que contar la interesante relación del primero con Loos y Kandinsky, pero eso me da para otro post, así que habrá que esperar).



Para Adorno la música es la expresión del espíritu humano. Además de sostener una concepción expresivista de la música y de su origen, mantiene la teoría de que toda composición es la materialización de una interacción de fuerzas entre la lógica que imana de la música y la sociedad. Existe una relación, pues, entre la obra musical y la sociedad, pero no de reflejo, sino de refracción. Beethoven es el paradigma musical de la burguesía revolucionaria y su música está estructurada como dicha sociedad. Así, esa relación de refracción se produce a partir de la autonomía de la obra. La música no es imagen de otra realidad, es conocimiento sin conceptos de la sociedad.
La música está, a un mismo tiempo, cerca y lejos del lenguaje. Cerca, como en Bach, pues se trataría de un lenguaje discursivo puramente musical y, lejos, como en Beethoven, porque su música puede hablar “sin palabra, imagen o contenido”.

Por otro lado, nos dice Adorno que la música occidental lleva un camino paralelo de racionalización como otros ámbitos de la esfera cultural. Si con Newton despega un proceso de dominio de la naturaleza, con Bach comienza el proceso de dominio de la naturaleza musical aunque diferenciándose del primero en su carácter no subordinador: existe una oposición entre la racionalidad estética o mimética y la mera racionalidad instrumental.
La tonalidad tradicional es sólo una etapa del desarrollo de la música y es la tonalidad, el material con el que Beethoven lleva al extremo la racionalización musical llegando a un punto de no retorno al que llamamos atonalismo. Lo sublime artístico que caracterizará a la música de vanguardia está presente en la obra beethoviana: carencia de imágenes o imágenes de aquello que carece de imagen, la desmitologización de la música, la autonomía musical. Como en la filosofía hegeliana, la música de Beethoven sólo expresa su contenido como palabra y concepto mediadamente, como filosofía, como lógica formal ya que “la reproducción de la sociedad como un idéntico es insuficiente, incluso es falsa”.



El concepto de sistema hegeliano queda representado en la música de Beethoven por la tonalidad; el concepto de negación viene dado por la fractura melódica antes de que ésta culmine como nos lo muestra en el comienzo de la Heroica o en el primer movimiento de la octava Sinfonía.
El arte y la filosofía van estrechamente cogidos de la mano. Para Adorno, la verdadera experiencia estética tiene que convertirse en filosofía o no es absolutamente nada.
”Toda obra de arte, aún la más hermética, habla con el lenguaje de su forma más allá del pensamiento, por muy rudimentario que sea, y, como éste no se queda quieto, necesita también de la filosofía como proceso pensante, pero de modo que no lo deshaga todo guiada por prescripciones normativas. Y como el pensamiento es universal, toda reflexión nacida de la obra de arte le será exterior y su fecundidad se medirá por la luz que arroje al interior de la obra”

EL ORIGEN PERDIDO

EL ORIGEN PERDIDO Última entrega de la escritora Matilde Asensi. Salvo alguna magufada sobre la teoría de la evolución en boca del protagonista, buena novela para pasar el rato.

La sombra del viento

La sombra del viento Una obra excelente de Carlos Ruíz Zafón. Primera novela de un escritor dedicado hasta el momento a la literatura infantil que conmueve y revuelve los sentidos. Magnífica obra, magnífico amigo a partir de ahora.