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Vailima

La torre de Segismundo

EL DIAMANTE DE N. POUSSIN

“La razón se hizo pura

plástica permanente;

su sueño, la abstinente

mano de la pintura.”

Rafael Alberti: Poussin en “A la pintura”

André Félibien, amigo de Poussin, fue el primero en proponer que el concepto de “retrato” hiciera referencia, exclusivamente, a la representación de las personas, desligándolo así, de cualquier reproducción figurativa de animales. Sólo en los seres humanos se reconoce la posibilidad de la individualización, idea que recogería Schopenhauer en El mundo como voluntad y representación: “al verlos (rostro y figura humanos) nos sentimos inundados por un placer inexpresable, que nos eleva sobre nosotros mismos y sobre todo lo que nos atormenta”.

Desde este punto de vista, el retrato en el sentido de Félibien, pone de manifiesto su naturaleza antropocéntrica, delimitando a los seres humanos del resto de los seres vivos. Si bien la individualidad (entiéndase como “lo no genérico”) es una característica del retrato, la semejanza es garantía de veracidad: ¿alguien consideraría legítimo encargar un retrato con la condición de que no se le parezca? No obstante, esa identidad entre el cuadro y la persona representada se refiere a la relación entre el aspecto exterior de la persona y el modo en que es percibido por los demás, semejanza entendida como signo de identidad como diría Nicolás de Cusa (Similitudo autem ovnis est aequalitatis species seu signum).

La cuestión se agudiza aún más, cuando es el propio pintor quien se pinta a sí mismo. Resulta difícil, a veces, reconocer nuestro rostro en un espejo y contemplarnos tal cual somos. Pintores de todos los tiempos han plasmado sus rostros y figuras en lienzos donde nos cuentan historias sobre ellos mismos, sobre sus miedos, sus pensamientos y “sobre todo los que les atormenta” parafraseando al filósofo.

Poussin realizó dos autorretratos. El primero, datado en 1649, sustituía a un retrato que un artista romano había hecho de él y que le decepcionó hasta tal punto que no dudó en reemplazarlo por uno realizado por él mismo. Observen:

poussin autorretrato 1649

En este lienzo, el artista subraya la idea del memento mori. El artista se presenta a sí mismo con un gesto que se diría risueño, ante un monumento fúnebre (el suyo propio) e, inclinando ligeramente la cabeza como si quisiera darnos a entender su ánimo melancólico como ya lo hicieran Lorenzo Lotto –del que ya hablamos en un post - y Moretto da Brescia . La serenidad ante la idea de la muerte es muestra, en este lienzo, de impavidez en el sentido estoico del que el artista era adepto.

Además de compartir con nosotros su actitud ante lo inevitable, el artista nos presenta tímidamente una alusión a su teoría del arte. Fíjense en el título del libro que sujeta en su mano derecha: De lumine et colore (Sobre la luz y el color).

Pero de esto y de alguna otra cosa, hablaremos mañana.

KUNIYOSHI

findesemanadeKuniyoshi

Simpática la anciana. Pero ¿cómo?, ¿en qué estará pensando la muy ladina?

Cuenten, hagan números, los ojos nos dicen una cosa y el arte otra.

Mañana Tio Petros y una servidora van a pasar el puente a Valladolid. Esperamos pasarlo bien, esperamos que ustedes lo pasen bien. Hasta la vuelta.

PERSISTENCIA DE LA MEMORIA

Ejercicio de agudeza visual.

Hallen las siete diferencias si se atreven.

dali-simpson

PERSISTENCIA DE LA MEMORIA

FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

radar

foto de archivo: Radar de alta tecnología

Que pasen un buen fin de semana y carguen las pilas. El lunes nos vendrá a visitar Miguel Ángel, mientras tanto, despacio...

CUESTIÓN DE ALAS



“Era bello el rostro en el estanque, pero no el mío-
con su mirada altiva, como todo en él,
y yo sólo veía peligros: palomas, palabras,
estrellas y lluvias de oro -¡concepciones, concepciones!
Recuerdo el ala blanca y fría
y al gran cisne de terrible figura,
cayendo sobre mí, como un castillo, desde lo alto del río.”

Me han mostrado en la pintura y en la poesía de todos los tiempos.
¿Sabríais decirme quién soy?

GOLCONDA



”He aquí una multitud de hombres, todos diferentes. Pero como al pensar en la multitud no se piensa en el individuo, los hombres están vestidos de la misma manera, con la mayor sencillez posible, para sugerir la idea de masa… Golconda era una rica ciudad hindú, un sitio maravilloso. Yo considero una maravilla el andar sobre la tierra a través del cielo. Por otro lado, el sombrero hongo no representa ninguna sorpresa. Es un sombrero poco original. El hombre con sombrero hongo es el hombre común y corriente. Yo lo uso también, no tengo el menor deseo de destacarme”

Dentro del misterio del mundo, Magritte vivía “como el resto de las cosas”. A través de su pintura buscaba la sabiduría a la que aspira un filósofo, al conocimiento de aquello que no admite explicación.
Su vida discreta no obstante, le condujo a soportar la vulgaridad de la vida moderna gracias a su instinto para reconducir, a través de la palabra y de la pintura, los misterios del mundo. La simulación en el lienzo de objetos de carne y hueso fue sustituida por líneas y colores. El artista no puede verse prisionero de su talento. El artista sólo debe pensar en imágenes, en términos exclusivamente visuales. Pensar el misterio del “ser” y no perder la esperanza para seguir buscándolo.
En su concepción pictórica del mundo, los sentidos deben combinarse porque ninguno de ellos puede funcionar aislado de los demás. Su arte muestra a los ojos y al espíritu la naturaleza incierta de todo aquello que se manifiesta en el campo de lo visible. Podríamos hablar de un “desorden de los sentidos” (Rimbaud) donde la copia no debe parecerse al modelo sino al contrario, pues es el arte quien da sentido a la realidad. El espíritu que sostiene lo visible permanece oculto. La misión de la pintura consiste, precisamente, en hacerlo visible.

Esta obra que nos ha servido hoy para acercarnos un poco más al artista, tiene también un misterio. Contemplen la imagen detenidamente. Nuestros sentidos pueden engañarnos y tienen la fuerza de hacernos ver lo que no existe. Alicia no tardaría en encontrar la solución.

LAS VACACIONES DE HEGEL

LAS VACACIONES DE HEGEL René Magritte, Las vaciones de Hegel, 1958

Entre las virtudes del arte hay una, a mi juicio, muy importante: su universalidad. Esta característica intrínseca a su naturaleza nos aporta un elemento más humano, más cercano que en otras disciplinas. De una obra de arte siempre podemos hablar, decir algo: nuestra opinión, el efecto que nos provoca en el ánimo su contemplación aunque no dispongamos de más información sobre ella, sobre el artista que la ejecutó, sobre su tiempo o sobre el motivo que la inspiró.
Aunque no sean del todo vanos los esfuerzos de Tio Petros en mostrarme la belleza de un teorema, les mentiría si les dijera que alguno ha logrado ponerme la piel de gallina. La exaltación (si pudiéramos denominarla de este modo) me la transmite “el maestro” cuando, pacientemente, me va exponiendo la demostración con palabras precisas, mano firme y ojos que viajan rápidos del papel a mis ojos con el fin de “pillarme” en un atasco conceptual.
¿Quién osaría a opinar (sin ser un docto en la materia) sobre cualquier belleza matemática sin resultar un osado, un atrevido, en definitiva, un tonto? Yo no, desde luego.
La obra de arte es otra cosa. Fíjense si no en las constantes declaraciones de la popular Tita Cervera: se aprende el título del cuadro, le pega el calificativo de “bonito” (sin tregua y sin excepción) y resulta una experta en arte (eso sí, experta con muchos recursos y no lingüísticos precisamente). ¿Ven? Hagan la prueba, que todos podemos hacerlo.

El peligro con el que nos enfrentamos cuando hablamos sobre una obra de arte (partiendo de la base de que “no somos Tita Cervera”) es el intento perseverante de acercar la obra hacia nosotros y no al revés como debería ser. Intento perseverante como digo e ineficaz porque el resultado será en el cien por cien de los casos, un absoluto fracaso. Un ejemplo de intento infructuoso es (y aquí quería yo llegar) buscar un entramado conceptual entre el título de una obra y la obra misma.
Hace mucho, mucho tiempo, Tio Petros se reía de una servidora (más bien se descojonaba vivo) al tratar este tema con motivo del título que yo había escogido para una sección de este blog. El título del post de hoy (que aunque no lo parezca, sí guarda relación con el desarrollo del mismo) está tomado de otro homónimo ideado por Magritte.
Al igual que yo intenté hacer ver al maestro matemático, Magritte consideraba que el mejor título de un cuadro es el título poético porque al fin y al cabo, el único estandarte del artista surrealista fue el misterio de las cosas del mundo, misterio que pertenece a todos y a ninguno.
A Magritte le gustaba reunirse con sus amigos delante de sus cuadros –todavía inconclusos- y a modo de pasatiempo, se dedicaban a ponerle títulos. Bien es cierto que pocas veces aceptaba las propuestas (como confesaría su esposa Georgette) pero es que nunca dejaría de experimentar.
Como dijera en uno de sus escritos ”Los títulos de los cuadros no son explicaciones y los cuadros no son ilustraciones de los títulos”. ¿Por qué deberían de serlo? El ojo del pintor traiciona aquello que contempla; es un espejo que muestra en las cosas el misterio que suelen ocultar y que sólo la intervención del arte es capaz de revelar. Por este motivo los títulos de los cuadros deberían de servir como antídoto contra la percepción realista. En Las Vacaciones de Hegel, el filósofo de la dialéctica preside el cuadro y Magritte nos explica:

”Creo que a Hegel le hubiera gustado este objeto que cumple dos funciones opuestas: repeler y recibir agua. Ciertamente le hubiese divertido, tal como uno se divierte durante las vacaciones.”

Los títulos de los cuadros de Magritte nunca describen el tema tratado. Al contrario, lo que provocan es un juego de irregularidades, una pista falsa cuyo único fin es provocar dentro del lenguaje y de la lógica verbal un enfrentamiento análogo al que se produce dentro del cuadro mismo.

Estoy con Magritte y, ustedes en el fondo también, y si no explíquenme el porqué de Tio Petros (y no El blog sobre alta matemática contada como en un cuento (a veces no)), de Cuchitril Literario (y no El blog de por cada día del año os regalo la reseña de un libro), de A Perfect Vacuum (y no El blog del mejor fotógrafo que conocerás) y, de tantos otros que, no por omitirlos, son menos interesantes para ilustrar mi teoría.

En fin, amigos, terminemos este ya extenso post con unas palabras del artista surrealista:

”Cada cosa que vemos cubre otra, y nos gustaría mucho ver lo que nos oculta lo visible...”

¿a ustedes también?

CUANDO LA MÚSICA SE CONVIERTE EN HOMBRE

Música recomendada: "S´elle m´amera de Johannes Ockeghem en Bella Imagine (Canciones flamencas de amor cortés, s. XV)

Jamás he oído recitar a nadie Cerrar podrá mis ojos la postrera como a mi buen y querido amigo Abdul.

Hoy Carl Philip ha madrugado y nos ha regalado una carta de amor. De ésas que ya no se escriben, de ésas que contienen más que una manifestación de intenciones, de ésas que constituyen un acto heroico del autor por superar los límites de la intimidad. He leído su carta a M. (porque indudablemente va dirigida a ella y sólo a ella) como escucho los versos de Quevedo en boca de mi amigo Abdul. Con esa sensación de ser protagonista de lo dicho y ser consciente, a pesar de mi estimado Wittgenstein, de que en determinadas ocasiones , mejor es no callarse.

La experiencia de la vida cotidiana nos demuestra diariamente, como una grande y cruel segunda ley, que pasamos por aquí y vamos dejando posos de lo que una vez fuimos, de lo que una vez tuvimos. Pocas veces (y si no que alguien tire la primera piedra) somos capaces de sentarnos en nuestro salón cerebral –tan bien amueblado él- y organizar durante un momento el cajón de nuestros sentimientos. Pocas veces, las menos, recogemos en palabras nuestro amor hacia el otro y pocas veces, casi nunca, las dibujamos en un papel o en un blog –que no deja de ser un papel en blanco- para hacerlas públicas. A modo de casamiento, para hacer partícipes a “los otros” de nuestra dicha o de nuestra infelicidad.

Hoy Carl Philip se ha desnudado ante nosotros y nos ha confesado que esto es lo que hay. Palabras ruborizadas con las que deshoja su pasado, palabras temblorosas para construir su futuro.
Me alegro por ti, amigo. Ahora la música que tienes dentro la podemos escuchar todos y a todos nos pertenece un poco ya que tu deseo ha sido compartirla con nosotros. Sé cómo te sientes: con esa notas como dardos que Ángel González escribió una vez: A Todo Amor.

”Todo lo que contemplo vibra y arde.
Y mi deseo se cumple en mi deseo:


Dore mi sol así las olas y la
espuma que en tu cuerpo canta, canta
-más por tus senos que por tu garganta-
do re mi sol la si la sol la si la”.
"

EL PODER DE UNA PALABRA

Sólo es un juego. Como en todos ellos el placer es el motor que nos mueve. No hay premio, tan sólo la satisfacción de llegar al final. Esta vez vamos a buscar una palabra. Tengan en cuenta las predilecciones de aquella quien plantea el divertimento. Sin la palabra que buscamos este blog no existiría.
La incógnita de hoy será la llave que nos conduzca a otro enigma. De antemano les advierto que ni yo misma sé dónde se encuentra el final. Como hoy es el primer día, empezaremos con algo facilito. Muy facilito.
Suerte.

1- Nací en la antigua Grecia y, desde entonces, no he dejado que la belleza se me escape.
2- Tengo un hermano en la música cuyo nombre es la ley.
3- Hay quienes piensan que soy un peligro y una limitación de la libertad.
4- Me buscaron los artistas, mas la búsqueda fue provocada por los filósofos.
5- Plinio el Viejo habló de mí cuando prácticamente acaba de nacer a la historia.
6- Una estatua y un libro llevan mi nombre.
7- Mi padre me llamó Doríforo por mi virilidad y Diadumeno por mi figura afeminada.
8- Los arquitectos fueron los primeros que me inventaron pero soy independiente al tiempo y al individuo.
9- Filolao dijo: “Todas las cosas que se conocen tienen un número: sin el número no sería posible conocer o pensar nada”. Yo le debo mi existencia.
10- Soy el todo y las partes al mismo tiempo.
11- Sirvo a los ojos y al oído.
12- Los escultores me buscan en la naturaleza y no en el arte. En el rostro esculpido encontraréis mi verdadera cara.
13- Vitruvio me encerró en un cuadrado y en un círculo.
14- Leonardo da Vinci me dio fama internacional.
15- Luca Pacioli me puso letras.
16- Cesariano, Durero, Edward Muybridge y Matilda Ghyska me han retratado.
17- Soy tan humilde que puedo encerrarme en una vasija.
18- El kósmos es mi hogar.

¿Saben qué soy?

¿UN PROPÓSITO IMPOSIBLE?

¿UN PROPÓSITO IMPOSIBLE? ”Nadie logrará nunca describirme por completo, ni siquiera yo misma lo he logrado. Estoy llena de misterios que no se pueden resolver. Algún día se dirá de mí: Era una esfinge”

1) Mi nombre de familia hasta los veinte años se escribe en blanco y negro como una película de Spielberg.
2) Soy la “grande cocotte” de los literatos de tercera.
3) En mi caja fuerte guardo el original de la Tercera Sinfonía de Bruckner.
4) Soy única y cuando lo han querido me vuelvo Pallas Athene o Salomé.
5) Sobre mi piano de cola descansan ciertas notas para el despertar.
6) Todos me presentían intuitivamente. Tanto es así que Blumine soy yo.
7) El que me llamaba Quirl me vistió de Danae.
8) Con vehemencia rezo a Duino y a su ángel todos los días.
9) “¡Pobre hombre!” fue lo único que pude decir ante el lecho de muerte del padre de Pierrot Lunaire.
10) Mi hija Gucki se ha casado cuatro veces: con un estudiante, un compositor, un editor y un director de orquesta.
11) Cuando me separé del semi-desnudo pintó las dos habitaciones de su apartamento en negro.
12) Fui la novia del viento y me convertí en Minden Ló.
13) Munch me vino a visitar con el sol a media noche cuando un arquitecto de sueños, mi ángel, estaba en el frente.
14) He ido dejando tumbas en mi camino. En 1955 me lamenté de la muerte del creador de Wälsungen tan profundamente que sólo pude decir: “¡Oh, él, del que tanto he vivido!”.

¿Saben quién soy?

Se premiará con una mención de honor a aquel que descubra el significado que va oculto detrás de algunas de las pistas.

EN BUSCA DE UN NOMBRE MUY PROPIO

”Quod petis, est nusquam; quod amas, avertere, perdes!"

Todos sabemos quién es y en qué ocupa su tiempo. Hombre de todos los tiempos al que infinidad de poetas han nombrado. Nombre que al ser nombrado no encuentra consuelo de sí mismo. Hombre y no hombre. Imagen de un sueño irrealizable.

Les propongo un divertimento. A continuación les transcribo una serie de citas mediante las cuales, ustedes tendrán que descubrir cuál es el nombre del personaje que estamos buscando. ¡Que la suerte les acompañe!

1- Título y final de un haiku
Chicos desnudos
en las pagodas verdes.
No existe más.


2-Carlos García Gual
La pobre Eco fue languideciendo de amor y se hizo tan sutil que desapareció, y quedó sólo como una voz incorpórea y fantasmal, repetitiva y vana.

3- Ovidio
Y, para aumentar mi dolor, no nos separa el inmenso mar, ni un camino, ni una cordillera, ni muros con sus puertas cerradas.

4- Calderón de la Barca
¿Cómo (estoy mudo, estoy ciego)
si al fuego le mata el agua,
aquí el agua enciende al fuego?


5- William Shakespeare
Pecado de amor propio mis ojos domina
y mi alma entera y todo mí por cualquier lado


6-Borges
Dios ha creado las noches que se arman
De sueños y las formas del espejo
Para que el hombre sienta que es reflejo
Y vanidad. Por eso nos alarman.


7- André Gide
Está solo. ¿Qué hacer? Contemplar.

8- Federico García Lorca
Por tus blancos ojos cruzan
ondas y peces dormidos.
Pájaros y mariposas
japonizan en los míos.


9- Hermann Hesse
Nada podia decirse de él: era perfecto y superior a todos

Que pasen un buen fin de semana. El lunes daremos un paseo de la mano de El Bosco. Hasta entonces, sean felices.

LA MÚSICA JUEGA AL ESCONDITE

LA MÚSICA JUEGA AL ESCONDITE Ante este fin de semana largo que se nos presenta y ante el inminente viaje de placer a la capital del imperio, me encuentro un tanto perezosa. Por ello, les propongo otro juego.
Así como en la frase “fue el mejor, ganó una toga francesa" se puede encontrar un ORGANO (mejOR GANO) y un FAGOT (al revés: TOGA Francesa), en el siguiente texto se encuentran escondidos los nombres de otros once instrumentos musicales. ¿Cuáles son?
Por supuesto, la respuesta tendrá que ir acompañada por la explicación pertinente porque aquí también puede sonar la flauta (y nunca mejor dicho).

"El licor nórdico te hace llorar, pero desde que lo probó el muchacho Aladino estaba jocoso. Desde que hace terapia, no usa su alfombra: ahora mira por tu balcón. Como la timba les hizo gastar ¡pardiez no se sabe cuánto dinero!, prometen ir al casino sólo una vez al año. ¡Vaya un novio lindo que tienes princesa!"

Suerte

ADIVINANZA ILUSTRADA

ADIVINANZA ILUSTRADA Ayer, en un programa de televisión, mencionaron una adivinanza de Ramón Gómez de la Serna y decía lo siguiente:

¿A qué me refiero si digo que una palabra va aderazada con guisantes?

Venga, amigos, piensen un poquito y hagan sus apuestas.
Un saludo

GÜIQUEN

GÜIQUEN No me hagan excesos el fin de semana...

CARONTE O EL ACREEDOR DE ALMAS

CARONTE O EL ACREEDOR DE ALMAS “Lo que queda es un destino cuya única salida es faltal. Al margen de esta única fatalidad de la muerte, todo, alegría o felicidad, es libertad. Resta un mundo cuyo único dueño es el hombre. Lo que lo ataba era la ilusión de otro mundo. La suerte de su pensamiento ya no es renunciar a sí, sino reanudarse en imágenes. Se representa en mitos, sin duda, pero en mitos sin otra profundidad que la del dolor humano, y como éste inagotable. No ya la fábula divina que divierte y ciega, sino el rostro, el gesto y el drama terrenales en los que se resumen una difícil sabiduría y una pasión sin mañana”

CAMUS, A.:El mito de Sísifo, Alianza, Madrid, 1999, p. 151

En la mitología griega, Caronte era una de las divinidades del mundo subterráneo. Su misión era conducir la barca que llevaba a los difuntos del mundo de los vivos al Hades a través de la Laguna Estigia. Las almas de los difuntos eran guiadas por Mercurio hasta la laguna y allí aguardaban hasta que llegara el barquero. Como pago por el viaje, Caronte recibía una moneda de oro que se colocaba en la boca del difunto.
Una vez montado en la barca, era el propio difunto quien remaba hasta la otra orilla, hasta el mundo de los muertos. Cancerbero, el siniestro perro de tres cabezas, custodiaba la entrada del infierno para que ningún vivo entrara ni ningún muerto pudiera salir de él.

La muerte es la única certeza del ser humano. La única verdad para la que, paradójicamente, el hombre carece de experiencia propia. Hasta para morir hay que pagar. Y se paga con la vida.
En el Romanticismo, la existencia en este mundo era un mero tránsito, un requisito sine qua non el hombre no podía llegar a ese estadio de absoluta felicidad. La muerte les hacía libres. A lo largo de toda la historia de la humanidad ha habido, hay y habrá hombres que
se dejan matar por las mismas ideas o ilusiones que les dan una razón para vivir. Aunque resulte contradictorio ¿no es ésta una forma más de nuestra condición?: “Los hombres también segregan inhumanidad”.

Tome buena nota mi familia de mi última voluntad:

“cuando muera, colocadme una moneda sobre la boca para pagar al barquero. Y en mi mano, fuertemente sujeta, otra de igual valor para que me desprendan de mi humana indumentaria : no vaya a ser que mi Caronte no me permita cruzar a la otra orilla y mi alma vague por los siglos de los siglos con la certeza de que veré pasar delante de mí las imágenes de todos los que en este mundo han sido y he querido. Entonces, y sólo así, habré llegado al infierno.”

LA DIFÍCIL TAREA DE SER DIOS

LA DIFÍCIL TAREA DE SER DIOS CALÍGULA (interesado)
¿Así que crees en los dioses, Escipión?

ESCIPIÓN
No.

CALÍGULA
Entonces no comprendo: ¿por qué eres tan sensible a las blasmefias?

ESCIPIÓN
Puedo negar una cosa sin creerme obligado a mancharla o a quitar a los demás el derecho de creer en ella.

CALÍGULA
¡Pero eso es modestia, modestia de verdad! ¡Oh, querido Escipión, cuánto me alegro por ti! Y cómo te envidio, ¿sabes? Porque la modestia es el único sentimiento que acaso jamás llegue a conocer.

ESCIPIÓN
No me envidias a mí, sino a los mismos dioses.

CALÍGULA
Si lo permites, eso será el gran secreto de mi reinado. Todo lo que se me puede reprochar hoy es haber conseguido otro pequeño progreso en la vía del poder y de la libertad. Para un hombre que ama el poder, hay en la rivalidad de los dioses algo irritante. La he suprimido. He demostrado a esos dioses ilusorios que un hombre, si se lo propone, puede ejercer, sin aprendizaje, su ridículo oficio.

ESCIPIÓN
Esa es la blasfemia, Cayo.

CALÍGULA
No, Escipión, es clarividencia. Simplemente he comprendido que no hay más que una manera de igualarse a los dioses: basta con ser tan cruel como ellos.

CAMUS, A. :Calígula, Alianza Losada, Madrid, 1981, pp.68-69

ÉL NUNCA LO HARÍA

ÉL NUNCA LO HARÍA Como les decía en el post de ayer, releer libros me apasiona. Claro está que la posibilidad de hacerlo con entusiasmo viene dada por mi pésima memoria. Puedo ver películas que ya he visto otras veces sin acordarme de una sola escena hasta el final. Debo de tener un gran archivo escondido en mi cerebro y por eso hay que desempolvarlo de vez en cuando.
Todo esto viene a cuento con motivo de esa moda o “tendencia cultural”, a la que denominan bookcrossing, es decir, abondonar libros en lugares públicos para que otros los recojan, los lean y los liberen después. Son las tres “r” del bookcrossing:

1) Read (Lee)
2) Register (Regístralo)
3) Release (Libéralo)

Aunque puedan pensar lo contrario, el tema está muy bien organizado. En la página web nos dicen cómo tenemos que hacerlo. El primer requisito es tener un buen libro en la estantería de casa, “cubierto de polvo y humedad” (yo jamás le haría eso a un libro, ¡por dios!). El segundo requisito es haberlo leído (este punto me hace mucha gracia, hay libros que confieso no he terminado de leer –El Código da Vinci, por ejemplo, entre ustedes y yo me jodió mucho que el autor, norteamericano y de cuyo nombre no me interesa acordarme, especificara hasta la saciedad que el Louvre se encuentra en Francia. Pero bueno, manías de una...) Cuando ya tenemos el libro y lo hemos leído, lo registramos en la página web mencionada, lo etiquetamos, podemos hacer anotaciones, valoraciones y demás y con todo esto en regla ya podemos abandonarlo donde se nos antoje.
El lema de esta moda es ¿Amas a un libro? ¡Déjalo ir!. No tengo ningún inconveniente en confensarlo: me parece una chorrada universal. ¿Quién en su sano juicio, si se considera un amante de los libros, va a abondonar un buen libro en el primer banco del parque que vea? ¿Quién puede ser tan gilipollas de deshacerse de una edición ya agotada por la que darías tu mano derecha y por la que has estado años recorriendo mercados, ferias, y hasta incluso hubieras sido capaz de robársela a tu mejor amigo? Yo no, lo siento, no soy tan moderna.
No se vayan a pensar que son cosas del dinero, son más bien, como decía la copla, cosas del querer. ¿Cuántos libros tenemos que sólo con verlos nos recuerdan un lugar, un tiempo, un olor, o la persona que nos lo regaló? Yo, como ven, no los abandonaría, más bien haría lo que Ruiz Zafón en “La sombra del viento”: apadrinar un libro. Aquel que te acompaña a todas partes, hueles, sobeteas y acaricias; ése que tiene dobleces en las esquinas, y alguna mancha por un amigo descuidado al que se lo prestaste y lo devoró junto al bocadillo de chorizo...
Cierto es que lo tendría difícil para elegir uno entre tantos. Casi es más sencillo encontrar pareja, ¿y ustedes, qué libro no abandonarían jamás?

LA MALA EDUCACIÓN

LA MALA EDUCACIÓN No, no me refiero a la última película de Pedro Almodovar sino a una cuestión que no podemos permitirnos en estos momentos. Así como no es aconsejable ni prudente hacer partícipes a nuestros hijos de cuestiones de economía familiar, sobre detalles escabrosos de la enfermedad de un familiar o un conocido, sobre la vida sexual de sus padres y demás, tampoco es de recibo que vean y escuchen ciertas actitudes y argumentos en sus progenitores ya que carecen de criterio para discernir sobre ello. Evidentemente me refiero a hijos de corta edad que asumen como cierto y veraz todo aquello que su padre o su madre les diga.
Estos días en los que la rabia y el dolor se nos salía del cuerpo, estos días en los que se ha desayunado, comido y cenado con la televisión, la radio, internet, el móvil y demás artilugios que caracterizan nuestro tiempo, en estos días nuestros hijos (yo la primera) han tenido que contemplar las caras desencajadas de sus padres y comentarios que reconozco que hubieran tenido que ser emitidos en la intimidad de la pareja.
Estos niños son los hombres del futuro, de un futuro no muy lejano por cierto y por nuestra parte debemos de educarles en la tolerancia y en el diálogo. Cuando la semana pasada veía La Pelota Vasca, me impresionaron las palabras de la viuda de un ertzaina muerto por ETA. Pero no fueron las palabras de viuda, sino las que compartió como madre. ¿Podemos imaginar un sufrimiento tan grande como el que una mujer pierde al mismo tiempo su marido y el padre de sus hijos?¿Qué esfuerzo tiene que realizar aquélla para hacer comprender a su hijo de siete u ocho años que no se puede decir “cuando sea mayor mataré a los que mataron al aita”? ¡Qué tarea tan difícil!
En menor o mayor medida, todos deberíamos poner nuestro granito de arena a este respecto. Y no sólo con nuestros niños, sino también y desgraciadamente, en adultos que se dejan llevar por la sinrazón del dolor.
Cuanto más nos rompen el corazón, políticamente hablando, más tiempo hay que dedicarle a la Razón.
Que pasen un buen fin de semana.

LA ÉTICA COMO ANTÍDOTO

Cuando uno se va descargando de la rabia y la impotencia que han caracterizado estos días pasados y tiene que volver a hacer frente a la vida cotidiana, es el momento de emplear el dolor que siente para pensar desde la Razón. Ya sé que es muy difícil, imposible para las víctimas, para los que esperan sin consciencia la muerte en un hospital, para las familias y amigos de todos ellos. Pero los que estamos aquí, tenemos el deber de hacerlo por ellos. Y es un deber en el sentido ético del término, de imperativo categórico y como a priori político.
Nuestra vida nos viene dispuesta de tal forma que unas veces somos nosotros mismos los únicos responsables de determinadas consecuencias (como el fumador que se expone al cáncer), otras veces decimos que el destino o el azar –llámenlo como quieran- y otras, son nuestros iguales los que deciden nuestra vida. Indudablemente, de los tres tipo de “responsabilidad” si así me permiten llamarlas, la última es la más grave: la que nos imparte un semejante. Bien sea si se trata de un conductor borracho, de una negligencia de cualquier tipo, de una postura política hay “alguien” que ha decidido tu vida por ti ya sea consciente o inconscientemente. Y esto es muy difícil (por no decir imposible) de perdonar.
El dolor y el sufrimiento es siempre íntimo (como el hecho de orinar), subjetivo. Con los atentados de la pasada semana en Madrid, el dolor ha dejado de serlo. Y eso, señores, es un elemento ético que no debemos perder porque se ha configurado como algo colectivo y universal. Sin ninguna duda, todavía está el drama humano particular: la pérdida de un padre, de un hermano, de un familiar; la incertidumbre económica en muchos casos; la soledad... Pero por primera vez, han llorado muchos madrileños, vascos, catalanes, argentinos, italianos, alemanes, mejicanos y tantos otros. ¿El sufrimiento ha tenido que ser de tal magnitud para que nos deba doler tanto como a los propios afectados directos ver como “se me muere”? ¿no debería dolernos tanto como a los políticos de nuestro país el tener que ir escoltado por otra persona?
Este es un sufrimiento que ineludiblemente tiene que hacerse universal. Y cuando bajemos al portal de nuestra casa, tenemos que sentir lo mismo que si a todos y a cada uno nos estuviera esperando un escolta, porque ese sentimiento es el mismo que el que nos ha unido a todos cuando acudíamos a manifestar nuestro dolor a las calles de todas nuestras ciudades.
En definitiva, pido y exijo, responsabilidad moral para mí y para mis conciudadanos y responsabilidad política además para aquel al que el pueblo ha otorgado su confianza y su futuro. Exijo a éste último además, el deber de no olvidar con el fin de construir y el deber de utilizar la Razón como vehículo de paz.