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Historias del Románico

LEONES

LEONES

Los símbolos tienen un significante y un significado, al igual que los signos. En los signos, la unión entre ambos es arbitraria, se trata de un consenso. El receptor del significado debe estar en posesión de una clave, con la cual unir significante a significado y poder comprender qué cosa hay detrás del signo. En los símbolos (una clase especial de signos) esta relación entre significante y significado es diferente: la expresión plástica del símbolo "representa" de alguna manera no arbitraria a su significado, de forma que cuando Cristo aparece como un cordero la arbitrariedad no es absoluta. Si lo fuera, podría ser representado por cualquier animal, cosa absurda e impensable.

Lo que ocurre es que la relación entre la expresión plástica (significante) y su significado sigue siendo oscura y difícil de apreciar. Precisamente cuando hay arbitrariedad absoluta las cosas son más fáciles: si conoces la clave, lo conoces todo. Yo sé que el signo m representa un sonido concreto, y ya sé todo lo que tenía que saber sobre el asunto. Sé que no hay una razón convincente para que esto sea así, pero no me importa: sé que es así por un convenio que hago mío. Como cuando aprendo una lengua nueva, no me pregunto porqué las cosas se llaman como se llaman, se llaman así y me basta(1).

Con los símbolos y, especialmente con los símbolos del románico ocurre todo lo contrario. Conocer la simbología en profundidad parece tarea vana e imposible a un profano como quien esto escribe, ya que lleva implícita la tarea de conocer pensamientos, creencias, vivencias e incluso penas y alegrías de la civilización que los realizó.

Un ejemplo de la complejidad del tema lo tenemos en la figura del león. Un león es un animal salvaje y peligroso, me imagino que raramente un europeo del siglo XII podía ver un vivo, (¿quizás en alguna exposición, feria o circo ambulante medieval?). Sin embargo es un animal perfectamente conocido desde antiguo en todas las culturas europeas como una personificación del poder y majestuosidad de la naturaleza, personificada en una espléndida fiera de terribles garras y dientes. Parece ser que la imagen de los circos romanos con leones devorando cristianos o luchando con gladiadores es una imagen bastante cercana a la realidad, con lo que el animal debió pasar al imaginario popular para quedarse instalado para siempre.

Partamos pues de un significante: el león, un animal poderoso.

¿Cuál es el significado?

Aquí comienzan las dificultades. Lejos de una univocidad en la relación entre significantes y significados, nos encontramos con una sorprendente polisemia: un león puede significar diversas cosas. Para empezar, un león es un excelso guardián, por un razonamiento redondo como éste: el templo (románico al menos) es la sublimación de la idea de la casa, el domicilio, como todos ustedes ya saben. Es la casa de Dios. Nuestras casas tienen perros guardianes, y la casa del Dios merece a su vez un guardián a la altura de las circunstancias. Sobre la figura humilde y rastrera de un can, se yergue la espléndida figura de un felino con cabellera y enormes dientes, guardián del templo. Por eso su situación debe ser a la puerta, para cumplir mejor con su misión de guarda.

Suele ser habitual la presencia de leones en las dos mochetas de las puertas de entrada. De esta forma, el visitante debe pasar entre las cabezas de ambos leones para entrar en el templo. El fiel sabe que los leones no le van a impedir la entrada, pero le están advirtiendo de que el hecho mismo de traspasar el umbral (2) es un acto no exento de importancia: entramos en la casa de Dios, y los leones nos preguntan si estamos en condiciones de hacerlo.

Esta primera función de los leones como guardianes de la puerta la tenemos en la vieja Micenas, en la conocida como Puerta de los leones, que pueden ver en la imagen que encabeza este post, de modo que podemos decir una vez más que el románico recoge tradiciones simbólicas pretéritas, incluso de civilizaciones alejadas.

Si me lo permiten, seguiremos mañana.

Tio Petros

(1) Nos basta para poder dominar la lengua, pero ciertamente puede seguir existiendo un interés genuino sobre el motivo por el cual una palabra es como es y no de otra forma: debajo de la arbitrariedad intrínseca de los idiomas la etimología nos da fecundas explicaciones a este respecto.

(2) El umbral, como plano separador de dos universos: el de fuera y el de dentro, tiene suma importancia en todas las mitologías. Recuerdo una preciosa leyenda vasca en la que un grupo de lamias, seres mitológicos con forma de bellas mujeres que habitaban en cuevas requieren los servicios del médico de un pueblo cercano, cosa extraordinaria porque las lamias no se relacionan con humanos. Como pago al servicio, le regalan una rueca de oro, y le despiden con la orden tajante de que vuelva a su hogar sin volver la vista atrás. Durante todo el viaje de regreso de la cueva a su casa, el médico lucha consigo mismo para no volver la cabeza, pero al llegar a su puerta, lo hace justo antes de entrar. Inmediatamente la rueca se deshace en polvo, cayendo al suelo el huso de la misma, de oro macizo. El huso era lo único que había traspasado el umbral de la propiedad privada del médico, y allí el poder de las lamias no existía.

Asimismo, en el ciclo mitológico vampírico, el vampiro debe ser invitado a traspasar el umbral de la vivienda de su víctima, al menos la primera vez.

LA PORTADA ROMÁNICA

Un santuario es como una puerta que se abre al más allá, al reino de Dios. Por consiguiente, la puerta del santuario resume a su vez, y desde el mismo punto de vista simbólico, la naturaleza del santuario entero”.

Titus Burckhardt: Principes et méthodes de l'árt sacré
.


La portada es la puerta, la entrada al templo. Por encima de todo es la frontera entre el exterior (el mundo) y el interior (el lugar de oración y contemplación). Es el lugar obligado de paso para acceder al interior del templo, y como tal es un lugar significado. Es habitual que haya varias entradas, que estarán al oeste (a occidente) en la fachada principal o al este, en la fachada meridional. Incluso la fachada norte puede tener entrada. Pero el este está reservado al ábside.

El esquema general sobre el que se basaba el románico entero, a saber, el semicírculo sobre el rectángulo que vimos en un post anterior adquiere aquí todo su protagonismo. Repetiremos la ilustración:

Sobre este esquema se añaden diversos elementos para realzar la significación del pórtico: rodeando el semicírculo existirán invariablemente una serie de arquivoltas o conjunto de molduras concéntricas que descansarán sobre columnas a ambos lados de la puerta. La unión de las arquivoltas a las columnas se realiza a través de los cimacios, piezas salientes y cuadrangulares que van sobre los capiteles, normalmente historiados. A menudo los cimacios se fusionan formando una imposta que recorre horizontalmente ambos lados de la portada por encima de los capiteles. Las propias arquivoltas son intensa y a veces ingeniosamente utilizadas para retratar mil situaciones, elementos geométricos, personajes, leyendas y pasajes bíblicos. A veces la arquivolta exterior está enmarcada por una moldura semicircular llamada guardapolvos que, como una arquivolta más, enmarca todo el conjunto.

El esquema por tanto se complica convirtiéndose en esto:

Veamos una realización práctica de este esquema general:

Se trata de la portada de Santa Cristina de Ribas do Sil, en la Ribeira Sacra de Orense, que fotografié en Julio del 2005. Se puede observar el guardapolvos ajedrezado, además de las tres arquivoltas.

Las arquivoltas están todas en diferente plano, formando un embudo de forma que la primera, la más cercana al arco es la más retrasada. De esta forma el vano tiene una forma abocinada, de anchura variable provocando una sensación de estrechamiento. Quien quiera entrar en el templo debe someterse a una constricción, más psicológica que real.

Es como si el efecto buscado fuera someter al fiel a la reflexión de que la visita al templo no es banal, sino que exige el esfuerzo de acceder en estado correcto de limpieza espiritual. Traspasar el umbral significa ser merecedor de ello, y para tal merecimiento hay que pasar por un tramo cada vez más estrecho.

En la siguiente imagen se aprecia perfectamente este efecto llevado al límite: se trata del monasterio de Sijena, en Huesca, la fotografía no es mía, está tomada de la página www.miguelservet.org:

Como se puede ver en las dos fotografías anteriores, el vano de la puerta puede abarcar sólo el rectángulo, o el rectángulo más el semicírculo. El caso más interesante es el primero, porque entonces queda la superficie del semicírculo disponible para colocar en ella bajorrelieves que por su significadísima situación (justo sobre la puerta de entrada) serán siempre de gran valor. Es habitual encontrar aquí escenas clave de la iconografía románica, como Cristo en majestad rodeado del tetramorfos, la adoración de los Reyes Magos, la sagrada familia, la representación teriomórfica de Cristo como cordero, o su anagrama en forma de crismón. Otras veces aparece el santo titular de la iglesia. Este espacio recibe el nombre de tímpano. En el ejemplo de Santa Cristina de Ribas do Sil lo vemos vacío, por cierto.

Pero la simbología de la portada no está tan sólo relacionada con la función de umbral, paso hacia el interior. Como lugar importante del templo, recibirá una atención especial de quien pase por las inmediaciones del templo, y esta situación será aprovechada para catequizar al transeúnte. En el románico del Camino de Santiago veremos una riqueza iconográfica enorme por este motivo: catequesis en piedra, como se ha nombrado varias veces.

La posibilidad de esculpir figuras humanas y animales, o incluso la indicación expresa de hacerlo desde las autoridades eclesiásticas será un enorme beneficio para la historia del arte. Esta posibilidad que estaba vedada a los musulmanes y volverá a estar prohibida a los protestantes unos siglos después del XII para desgracia de sus manifestaciones artísticas respectivas.

Un ejemplo de la posibilidad de llenar la portada de imágenes la podemos ver aquí. Se trata de la portada de la colegiata de Toro, en Zamora, fotografiada por mí en julio de 2003:

… pero ya es suficiente por hoy. Que pasen un buen lunes, portada de la semana en la que nos adentramos.

Tio Petros

COMPLEMENTARIOS

Uno de los atractivos que dispensa cualquier forma de conocimiento es esa sensación casi infantil -que se da en mi caso raras veces- de comprobar que lo aprendido bien aprehendido está. El románico, en este aspecto, me aporta más de una satisfacción de este tipo bien sea porque creo que ya sé “pescar” las excepciones, bien porque ya me veo capaz de encontrar una seña de identidad en un conjunto arquitectónico separado geográficamente. Permítanme un apunte sobre este último.

Cualquier seña de identidad nos hace particularmente reconocibles y, en ocasiones, es muy fácil identificar la misma mano en lugares diferentes. Para ilustrarlo, vamos a detenernos hoy en dos capiteles que se encuentran en dos iglesias cercanas que remiten el uno al otro, de tal forma, que ambos son fundamentalmente el mismo y simbólicamente no tienen diferencia alguna. El primero forma parte de la portada meridional de la iglesia de San Miguel Arcángel en la población de Biota, en la comarca zaragozana de las Cinco Villas:


Y el segundo se encuentra en la portada de la iglesia de San Salvador de Ejea de los Caballeros , en la misma comarca.

La mano del maestro de San Juan de la Peña se revela con pulso firme en ambos capiteles donde la simetría de contrarios está presente en cada uno de ellos: al hieratismo del músico se contrapone el movimiento de la bailarina de tal modo que aunque el músico se encarga de lo sonoro, permanece estático y aunque la danzarina no emite ruido alguno, ejecuta movimientos acrobáticos y sensuales al son de la música. Uno y otro son indispensables para la realización de la obra de arte en la que la unión de elementos complementarios -que no antitéticos- trasciende a ambos personajes.
A medida que nos vamos acercando a la casa del maestro, es decir, a San Juan de la Peña, seguimos admirando capiteles similares, como estos dos de San Juan de Agüero, ya en la provincia de Huesca:


Y contiguo a este capitel, en la portada, se nos revela este otro:

Estos capiteles son el segundo y tercero de la izquierda de la portada sur de la iglesia de San Juan de Agüero. En uno vemos la escena previa a la danza, cuando la bailarina se dispone a comenzar el baile, y en la segunda podemos admirar una vez más el cuerpo literalmente doblado en una postura idéntica a la de Biota o Ejea de los caballeros, mostrada más arriba.

Yo no sé ustedes, pero me apasiona esta mano tanto como la de Tio Petros cuando tomaba estas fotografías allá por marzo de 2006. Que las disfruten. 

LA ORIENTACIÓN DE LOS TEMPLOS ROMÁNICOS

 

Para mí fue una sorpresa saber que la totalidad de los templos románicos, así como góticos están orientados de la misma forma. Sabiéndolo es muy fácil comprobarlo, y si se piensa en ello, parece algo completamente natural. Y es que los detalles a apreciar en un templo parten desde antes de la construcción del mismo. Dos aspectos son fundamentales a este nivel preconstructivo: la ubicación elegida y la orientación.

La matriz ideológica de la que se parte es una religión de tipo celeste, en contraposición con las religiones telúricas. Y esto, por lo que he podido enterarme, es básico para entender todo lo demás. Las sociedades eminentemente agrícolas desarrollaron ritos y creencias muy ligadas a la tierra a la que estaban atados: sus ceremonias tienen mucho que ver con la fertilidad, con el seguimiento de las cosechas y con el propio suelo. Son religiones en las que el elemento femenino es primordial por analogías claras entre la fertilidad vegetal y el embarazo. La diosa madre es una figura típica de este tipo de culturas.

Las culturas ganaderas y nómadas desarrollaron por contra unos rituales y unas teologías en los que predominaba el sol, el poder, la fuerza y la virilidad. Eran pueblos de un tipo muy diferente a los anteriores. Su panteón podía ser perfectamente politeísta pero siempre prevalecía la figura de un dios masculino. Pues parece ser que las religiones del libro son de este segundo tipo. Tanto el cristianismo como el islam o el judaísmo parten de sociedades ganaderas con mitologías de tipo celeste, no telúrico-mistérica.

No es necesario que el sol sea precisamente el dios, pero siempre es un elemento natural que lo simboliza. A través del sol se ve la fuerza del mismo, dador de calor y de vida. El día se asimila a la vida y la noche a la muerte. La oscuridad es el lado negativo de la claridad, y las tinieblas están pobladas de malos espíritus.

Cuando las religiones se desarrollan plenamente, estos aspectos quedan por supuesto olvidados aunque permanecen a nivel profundo. Hay mil lugares en los que permanecen las asociaciones profundas que se dieron en las etapas de gestación de las religiones.

Así, oriente es símbolo de nacimiento, de dicha y de paz: por oriente (por el este) sale el sol todas las mañanas. Occidente, el punto contrario es el lugar por el que desaparece la luz dando paso a las tinieblas de la noche y por lo tanto las connotaciones son exactamente las contrarias. La figura central del cristianismo es Cristo: simultáneamente Dios y hombre. Todo templo cristiano es un canto a la venida de Cristo al mundo para dar luz. Ego sum lux mundi (1), dirá Cristo (Juan 8,12). El sol da la luz al mundo apareciendo por el este, con lo que la analogía está servida. Este recordatorio de la figura de Cristo como luz que alumbra el mundo aparece por doquier en el románico, como vemos en este detalle del pantócrator de Sant Climent de Taüll:



Un templo románico (no sólo románico) tiene el ábside orientado hacia el este, de forma que el eje longitudinal de la nave central recorra la dirección oeste-este. La entrada principal del templo suele estar (aunque no siempre) en el punto opuesto: en el oeste, donde se encuentra la fachada principal que recibirá los dorados y últimos rayos del día. Cuando el fiel entra en el templo, va de las tinieblas a la luz. La simbología, además de adecuadísima es preciosa. El punto más importante del templo, el altar en el que todo converge, está al este del edificio, en el centro bañado por la primera luz de la mañana que entra por la ventana central del ábside. El paso de los fieles desde la entrada hacia el altar es símbolo del paso de las tinieblas a la luz.

Si los templos tuvieran una orientación cualquiera, como sucede en los neoclásicos, todo esto se pierde. Y con ello se pierde parte de la belleza y riqueza del templo.

En la foto, el ábside de la colegiata de Santillana del Mar, tomada en Julio de 2005 a eso de las 10 y media de la mañana, se aprecia perfectamente cómo el ábside está bañado por los rayos que inciden de lleno en él. Desde dentro, un espléndido raudal de luz se derrama sobre el altar.

Respecto a este tema, dos comentarios estrictamente personales:

1.- Un tópico muy socorrido es que el románico es oscuridad y el gótico, como superación de un estilo anterior es todo lo contrario: un canto a la luz. Esto es falso. El tratamiento de la luz en el románico es exquisito. Y como todo fotógrafo sabe, para dar a la luz el protagonismo que necesita, debe haber oscuridad alrededor. El gótico está inundado de luz, eso es cierto pero por eso mismo, por su ubicuidad en el interior del templo pierde , a mi pobre y posiblemente errado entender, parte de su protagonismo.

2.- Todo este efecto lumínico debido a la orientación se pierde si el templo tiene uno de esos retablos rococós que les han puesto a muchos. Ni son adecuados a los templos ni respetan su filosofía y simbolismo. Le sientan como a Cristo dos pistolas. Un retablo cegando la ventana del ábside es como una pared encalada ocultando la piedra: una bofetada al edificio.
Tio Petros


(1) Yo soy la luz del mundo

 

LA CASA DE LA DIVINIDAD

Contemplen la foto que encabeza este post. Se trata el interior del ábside del santuario de Santa María de Ujué, en Navarra. Este ábside dista bastante de ser "normal", en el sentido de que está englobado en una fortificación de tal manera que no ve la luz del exterior. Obviemos este aspecto no poco importante, e imaginen que se encuentran donde estaba yo cuando saqué la foto. Da toda la impresión de que "se está bien" en ese lugar. No sé decirlo de forma más gráfica. Un templo gótico nos maravilla por mil cosas, entre ellas la grandiosidad, la hazaña constructiva casi inconcebible pero dentro de un templo románico uno se encuentra bien. Esta verdad la puede comprobar cualquiera que no tenga la sensibilidad de un celentéreo, independientemente de su fe.


Obviando diferencias de tonalidad, totalmente intrascendentes por deberse tanto a la iluminación eléctrica y a la peculiar forma de comportarse mi cámara digital así como a mi impericia como fotógrafo, vean la misma sensación de bienestar que produce el interior del siguiente templo:

Se trata de la colegiata de San Martín de Elines en Cantabria, muy cerca de la frontera con la provincia de Burgos. Es un magnífico templo con una simbología muy rica casi centrada en el león como animal iniciático y como representación de Cristo. Otra vez hablaremos de él.

Cualquiera sabe que las concepciones de un templo románico y las de uno gótico son diferentes y sin embargo no resulta fácil condensar en pocas palabras en qué consiste dicha diferencia. Lo habitual suele ser caer en tópicos tales como que "el románico es oscuro y pesado mientras que el gótico es ligero y luminoso”.

Esta afirmación no tiene por dónde sostenerse más allá de unas realidades constructivas innegables que hacen que el gótico presente unas técnicas novedosas respecto al románico, permitiendo mayor altura, menor grosor de muros y un mayor número de vanos para inundar de luz el interior. Pero ahora no queremos quedarnos con lo meramente constructivo, sino ahondar un poco más en el espíritu que animaba a los constructores.

Me hubiera gustado encontrar una frase que condensara la diferencia entre el románico y el gótico tal y como yo lo siento, pero no ha sido posible. Y no lo ha sido porque me he encontrado con la frase ya escrita, en el libro Simbología románica de Manuel Guerra, publicado por Fundación Universitaria Española:

En el arte gótico el hombre se dirige a Dios; en el románico es al revés

Quien escribe este post no comparte la fe de los constructores de catedrales. A veces pienso que si tuviera fe, mi capacidad de gozar del románico se vería multiplicada, pero ya ven, no es el caso.

A lo que íbamos: cualquiera que se haya plantado delante de una catedral gótica habrá comprobado que es inevitable mirar hacia el cielo. Todo en el gótico apunta al cielo. A veces es literalmente imposible no hacerlo, viendo afiladas torres dirigirse a las alturas, o contemplando bóvedas a alturas casi imposibles.

El templo gótico es un lugar que clama al cielo, ansiando trascendencia. En un símil, es un conjunto de volutas de incienso ofrecidas a Dios, convertidas en piedra. En el románico, Dios ha descendido para morar en el templo. Desde un templo románico, la divinidad, la trascendencia está en el interior del templo.

El románico coge en su misma esencia el sentido de templo, no meramente como lugar de oración, sino como casa de la divinidad. Gran parte de la simbología está en consonancia con este hecho capital: el visitante no se ve impelido a elevar su mirada al cielo, sino que es animado a la reflexión, a la paz interior y al recogimiento. No hace falta elevarse al cielo porque estamos en el cielo. La bóveda de cañón románica, a diferencia de las góticas, es acogedora y protectora: se está bien bajo ella.

Considerando que en la época del románico la comunicación entre el fiel y Dios era quizás el acto más importante en que pensarse pudiera, no nos debe extrañar que todo esté condicionado a ese encuentro. La planta del edificio, su alzado, la propia orientación de la que ya hablaremos, la portada por la que el fiel o el peregrino debe entrar, el ábside, los capiteles historiados...todo lleva al acto fundamental de encuentro con el Dios.

Es quizás esta diferencia con la vida actual, llena de movimientos, luces y ruidos lo que atrae tanto de un templo románico. La serenidad que emana del edificio está motivada por la necesidad de trascendentalizar la visita al mismo como una visita a Dios. La "casa" no es una casa cualquiera, sino la mejor de las posibles. En cualquier pueblo podemos contemplar el edificio de la iglesia, magnífico, pétreo, alrededor del cual se arraciman casas humildes de sus pobladores, de adobe o de materiales mucho menos nobles. En la planificación del templo nada puede ser ajeno a esta misión de acoger a Dios, por lo que todo está enlazado y sin embargo todo es extremadamente simple en su concepción primera: la unión del cielo y la tierra por medio del descenso de la divinidad de los cielos a la tierra.

El esquema simbólico sobre el que se apoya la construcción románica es de una simplicidad sorprendente: un rectángulo sobre un semicírculo. La casa de Dios se construye sobre este esquema geométrico.


El cuadrado representa la tierra, el medio círculo el cielo, la bóveda celeste. El cuadrado remite al número cuatro, como cuatro son los puntos cardinales en la tierra; el semicírculo remite a la unidad o al infinito: ambas posibilidades perfectas para simbolizar al cielo, morada de Dios o al Dios mismo. Este esquema simple se repite en planta y en alzado, sencillo, escueto y lleno de sentido. Todo ello realizado en piedra eterna.

En alzado es el arco de medio punto sobre dos pilares; en planta es el esquema básico de un templo románico, pero de concepción muy anterior: un ábside y una estancia contigua. La planta cruciforme es posterior a este concepto, mucho más cristiana, menos arquetípica.

 En un futuro post hablaremos de la orientación de los templos. Pero díganme después de lo que hemos ido viendo, ¿no es normal, casi obvio, que el ábside, la zona correspondiente al semicírculo y la zona más sagrada esté orientada a la salida del sol? ¡Cualquier otra posibilidad parece una barbaridad!

A la luz de este esquema simbólico, la casa de Dios se irá edificando con simbolismos añadidos que competen a las naves, los diversos arcos interiores y exteriores, los capiteles, los canecillos, la cúpula, la torre si existe...

En la siguiente ilustración tienen la planta de la magnífica iglesia de Santa María de Uncastillo, en la comarca zaragozana de las Cinco Villas. Se puede observar la obediencia al principio arriba explicado: el semicírculo (ábside) sobre el cuadrado (nave).


Cuando el fiel entra en el edificio, bien sea desde la entrada occidental (al oeste) como desde la meridional (al sur), inicia un camino hacia oriente, desde donde entran los primeros rayos de sol de la mañana. En un camino hacia la luz, mientras nos internamos hacia la zona más sagrada del templo: la morada de la divinidad.

Eso, cuando hay suerte y no han tapiado el ábside con un retablo rococó, con sus angelotes rubicundos y espantosos y los oropeles que tan bien quedan en un anodino templo neoclásico, pero... perdón: estoy dejando de ser objetivo.

Tio Petros

EL GALLO DE SAN PEDRO DE TEJADA (BURGOS)

El gallo es un animal representado poco en piedra románica, y sin embargo está cargado de una rica simbología. Es un animal claramente solar que se asocia a la vigilancia: el gallo vigila para señalar la llegada del amanecer. El sol una vez más, dador de luz, calor y vida, aparece como un pilar de la simbología románica. El gallo nos señala el tránsito de la oscuridad a la luz con su canto, de ahí que sea un animal de connotaciones positivas.


La investigadora Marie Madelaine Davy asocia este animal al sentido de la vista, añadiendo un poco más de evidencia a la visión de vigía. Su misión es estar alerta a la salida del astro rey, que por una metáfora obvia se asimila a la venida de Cristo. Recordad el ego sum lux mundi.

Otros valores añadidos al símbolo del gallo son los de combatividad, valor y fecundidad. Es el gallo uno de los animales elegidos desde antiguo para coronar los puntos más altos de los edificios, en particular las veletas indicadoras de la dirección del viento.

Como en otras ocasiones, la simbología no es cristiana, sino muy anterior. El cristianismo asimilaría sin mayores problemas esta figura. En el caso que nos ocupa será muy sencillo al tratarse de un símbolo solar, y no ctónico ya que con estos últimos siempre ha tenido el cristianismo más problemas.

La historiadora Margarita Torres, comenta que “el gallo es «como poco coetáneo o incluso anterior a Mahoma (580-632)», es decir, que es fácilmente anterior al Islam o se encuadraría en los primeros momentos de su nacimiento. En ese momento, los dos imperios más importantes son Bizancio y Persia. El origen del gallo como símbolo religioso se encaja mejor, históricamente, en el mundo persa y en concreto en la conquista de los Santos Lugares por Corroes II. Este rey de la monarquía sasánida ordena que «todas las cruces que remataban los lugares asociados a Cristo sean sustituidas por gallos dorados». El gallo dorado era el emblema personal del rey de Persia, conocido como «rey de reyes».
Este episodio que relatan las crónicas bizantinas da nuevas pistas sobre el uso y la simbología del gallo. Este animal es el «adelantado» de la luz en el mazdeismo, el culto de Zoroastro y esta concepción pasaría al islamismo colocándolo en lo más alto del cielo; su canto aparece en los hadices del viaje de Mahoma al mundo de ultratumba.
Estos símbolos se «traducen» al mundo cristiano: el gallo anunciador de la resurrección, y adquiere un carácter de defensa frente al diablo. Las veletas ya eran usadas en la antigüedad -torre octogonal de Atenas- pero la figura del gallo se incorpora a ellas en época románica. Entre las referencias encontradas por las restauradoras figura, en primer lugar, un ejemplo en Italia en el año 820.
Un manuscrito del siglo X representa en una miniatura las dos torres de la abadía de Cluny rematadas por sendos gallos; una antigua representación del tapiz de Bayeux (siglo XII) muestra la torre de Westminster con una veleta en forma de gallo. Solían ser de cobre cubierto con una capa de oro. En un códice del siglo XII de la catedral de Oeringhen se conserva un poema anónimo que habla del significado de la veleta:

De Dios es el gallo digna criatura
y él es del presbítero típica figura
sobre el templo el gallo, contra el viento erguido
alza la cabeza y está prevenido
así el sacerdote, cuando el diablo venga,
por su rey pelee y al dragón detenga
El gallo es el único entre las aves
que oye de los ángeles los conciertos suaves
y nos amonesta a que mal no hablemos
y que los celestes misterios gustemos”.


La fotografía que encabeza este post corresponde a un capitel interior de la torre de San Pedro de Tejada, en la provincia de Burgos presentando un espléndido gallo perfectamente conservado.

Es precisamente el gallo el que indicará con su canto, y por triplicado, la traición de Pedro a Cristo. ¿Será por este pasaje bíblico por lo que aparece este gallo en la torre de este templo dedicado a San Pedro?

En aquel mismo momento cantó un gallo, y Pedro se acordó que Jesús le había dicho:
Antes de que cante el gallo me negarás tres veces.
Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente” (Mateo 26, 69)


En la siguiente ilustración se muestra el interior de la torre, con varias columnas con sus capiteles. Esta torre tiene los vanos geminados por unas esbeltas columnas en uno de cuyos capiteles figura el gallo de la primera fotografía.

La siguiente ilustración es una vista general (suroeste) del templo, para algunos lo mejor del románico burgalés. Se trata de un templo de una única nave y fue construido en el valle de Valdivieso a principios del siglo XIII. La única nave está dividida interiormente en dos tramos, y está cubierta por una bóveda de cañón.

El tramo tercero, que soporta el cimborrio está cubierto por una cúpula semiesférica, muy bien construida, que descansa sobre trompas.

La parte superior del cimborrio se alza como una torre cuadrangular, presentando bellos arcos geminados en su tramo superior, y arcos ciegos en el inferior. Para subir a él hay un cubo cilíndrico sin cubierta, por cuyo interior transcurre una estrecha escalera.


Y esta última, una bella imagen de la luz de la mañana entrando a raudales por la ventana del ábside:

Las fotos fueron realizadas el sábado 10 de Mayo de 2003, hacia las once de la mañana. El templo es hoy en día propiedad privada, o al menos está situado en el interior de un área privada. Para visitarlo hay que pagar una entrada, cosa que uno hace con gran alegría dada la belleza de lo que se va a encontrar a continuación. La señorita que nos cobró la entrada (creo recordar que no nos dio tiquet alguno) nos explicó que este era un edificio románico, que aquello era la puerta, aquello de los lados las paredes y que esto otro hacia arriba era la torre. Menos mal que el edificio hablaba por sí mismo con voz propia...

La existencia de construcciones románicas privadas o en terrenos privados me produce una sensación extraña. En esta ocasión fue rayano en lo ridículo pero en otra ocasión nos encontramos con el ejemplo contrario. El dueño sabía perfectamente lo que tenía entre manos y se desvivía por explicar, enseñar y compartir con el visitante la belleza del templo: era la iglesia de Santa Eufemia de Cozollos, en la provincia de Palencia. Por dos veces hemos visitado este templo y en ambas ocasiones la sensación de ser perfectamente atendidos fue completa. El pago de una entrada es meramente anecdótico cuando ves que la visita es productiva, y realmente para unos amantes del románico como nosotros, que accedemos desde la ignorancia, es de agradecer las explicaciones de quien sabe más. Otro día hablaremos de este templo.

Tio Petros

BUTRERA Y SUS CABEZAS SIMBÓLICAS

Para comenzar esta semana con buen pie, les propongo un paseo por el románico de la mano de Tio Petros. Que ustedes lo disfruten.


La fotografía que encabeza el post fue realizada el 29 de Abril de 2005 en la población de Butrera, en la comarca burgalesa de las Merindades y, corresponde a la ventana central del ábside de la iglesia de Nuestra Señora de la Antigua. Este templo es sorprendente por varios motivos. Visto desde cierta distancia parece un templo románico de segundo orden (¡como si tal cosa existiera!) con un aspecto algo desvencijado. Pueden comprobarlo en la siguiente fotografía:


No obstante, este templo alberga varias sorpresas muy interesantes: una gran imagen sedente de la virgen sin el niño en el interior, un mediorelieve estupendo de la adoración de los magos (en el que San José, para variar , está como ausente), unos canecillos en un sorprendente estado de conservación y el motivo ubicuo de las cabezas humanas por doquier hacen de este templo una visita obligada.

He aquí una selección de sus canecillos:

Pero volvamos al tema original del post. Además de las que aparecen en los capiteles de las columnas, vemos diez cabezas humanas en la arquivolta central de la ventana. Pocos motivos románicos son tan inquietantes como las cabezas humanas que no representan a nadie en concreto. Son simplemente cabezas, sin identidad. La cabeza de un evangelista, de Cristo, de la virgen o de un caballero son cabezas de personajes concretos, con rasgos concretos, pero las cabezas a las que nos referimos son otra cosa: son un ejercicio de abstracción en el que se ha eliminado cualquier rasgo específico, recogen todo lo que debe tener tal parte anatómica, pero nada más, y de ahí la inquietud que provocan.

Las diez cabezas aparecen rodeadas por diez serpientes, y no he sabido encontrar explicación para esta simbología tan extraña.

La siguiente fotografía corresponde a la cripta de la iglesia de San Martín de Unx, en la provincia de Navarra.

En la iglesia cántabra de Santa María de Bareyo vimos en Julio de 2004 también cabezas similares:

Según diversos autores las cabezas humanas abstractas como éstas están simbolizando el espíritu humano, las más altas cualidades del hombre y su intelecto. No es difícil admitir como buenas estas explicaciones: la cabeza es la parte más noble del hombre, situada en lo alto, sede de las facultades intelectivas asociadas a lo espiritual y alejada de partes menos espirituales y más pecaminosas (situémonos en la mentalidad del siglo XII, haciendo un esfuerzo, por favor).

En simbología, la suma de partes no es igual al todo, y determinadas ausencias lejos de menguar pueden potenciar la carga simbólica del objeto en cuestión. De entrada, una cabeza sin formar parte de un cuerpo es inquietante. Un objeto no es bello en sí, sino en relación con todo lo demás.

En una ocasión leí una certera reflexión referente a una mano humana como un objeto intrínsecamente bello y prodigio de funcionalidad. Sin embargo una mano cercenada, abandonada en un campo de batalla es algo muy distinto...

No obstante, no es la inquietud del observador lo buscado en nuestro caso, el interés radica en focalizar la atención en tal parte del cuerpo humano, para a continuación eliminar todo rasgo personal que la remita a un posible poseedor. Tenemos así un símbolo doblemente potenciado del intelecto y de la espiritualidad mediando dos ausencias: el cuerpo subsiguiente y cualquier rasgo individual.

Tio Petros

EL DIFÍCIL PAPEL DE SAN JOSÉ

Adoración de los Magos

En muchos aspectos el románico es extraordinariamente desenfadado. Bajo la apariencia a veces tosca del imaginario, subyace un mundo de relaciones, de críticas, de juegos, de picardías y de chistes antiguos.
El maestro cantero no pretendió en general reproducir de forma realista los objetos, animales o personas que esculpía. Eso ya se consiguió milenio y medio atrás por los griegos de una manera imposible de superar. El arte románico es un arte mucho más abstracto, y por ello menos fiel a la realidad objetiva de los objetos que representa de tal forma que no le importan diferencias de tamaño entre personas situadas en el mismo plano porque quiere expresar diferencias de importancia.
En los temas recurrentes e importantes, el tratamiento es especialmente jugoso, porque hay mucho de lo que hablar, y las piedras hablan por medio de sus formas y significantes ya que no lo pueden hacer de otra manera.

Concretemos un tema: la sagrada familia. En la tradición cristiana, puritana de por sí, no existe cosa igual: una virgen, un esposo casto que no ha yacido con su mujer, un recién nacido, una mula (animal estéril) y un buey (un animal castrado).

¿Puede alguien imaginarse un alejamiento mayor de cualquier contenido sexual?

En este estado de las cosas, hay que reconocer que la figura de San José es una figura difícil: le ha tocado ser padre sin ser padre. No tiene otra misión que la de acompañante, lo mismo podría ser el esposo de la virgen que ser un simple bienhechor que acompaña siempre a la madre y al hijo con el fin de protegerlos.
Más aún, el ser esposo hace aún más difícil la situación vista desde el lado humano: tan sólo el hecho de que sea el mismo Dios el que ha embarazado a su esposa hace posible que San José acepte una situación que de otro modo hubiera sido inaceptable.

En la ilustración que encabeza este post vemos la escena de la Adoración de los Reyes Magos en la que aparecen los personajes habituales: la virgen, el niño, San José y los tres reyes ofreciendo sus presentes.
San José está, pero parece que no está. Ausente, impropiamente mirando distraído hacia otro lado, ajeno completamente a una escena que se supone importante.

Manuel Guerra en su libro Simbología románica (1) afirma que San José aparece invariablemente en un extremo en la escena de la adoración de los magos, siempre con cachava y envejecido.

Jaime Cobreros en su obra Las rutas del románico en España (2) cuenta que esta apariencia de San José de estar de prestado en la escena es completamente habitual en el románico.

¿Es posible que el maestro que esculpiera este tímpano de la portada occidental de la iglesia de Biota, en la comarca zaragozana de las Cinco Villas, nos quisiera contar chascarrillos sobre la situación peculiar del casto José?

Uno diría que sí, porque el maestro no escatimó esfuerzos a la hora de mostrar la extraña disposición del santo. Incluso se encuentra con la cabeza indolentemente apoyada en su brazo derecho, como quien espera con aburrimiento a que termine una reunión familiar especialmente pesada...

Tio Petros

(1). "Simbología Románica". Manuel Guerra. Fundación Universitaria Española.
(2). "Las rutas del románico". Jaime Cobreros. Grupo Anaya.

PSICOSTASIA

Como les dije aquí , quiero compartir con ustedes algunos artículos muy interesantes sobre el románico escritos por Tio Petros. El de hoy trata sobre… bueno, mejor léanlo.

Los orígenes de muchos símbolos plenamente cristianos se hunden en la noche de los tiempos y son deudores de ideologías y de religiones anteriores. No estamos haciendo una afirmación fuera de lo común. De hecho, todas las culturas son deudoras de las que las precedieron, y nunca civilización alguna hizo tabula rasa de todo lo anterior.

A veces los símbolos románicos parten de mitos muy antiguos, de civilizaciones desaparecidas tan alejadas del siglo XII como puedan ser la egipcia o la asiria. Otras veces las conexiones no están tan claras y parece que existe una especie de imaginario colectivo que pertenece a la especie humana en su conjunto, sin distinción de lugares ni épocas, posiblemente por pertenecer al inconsciente colectivo de todos los seres humanos.

La Psicostasia o el pesado de las almas en una balanza tras la muerte del individuo para decidir el futuro de la misma, la condenación o la salvación es uno de tales mitos. Las imágenes se reproducen desde el inicio de la historia en civilizaciones variadas. La pesada se efectúa por lo general en una balanza de dos platillos.

Veamos esta imagen del antiguo Egipto:

En dicho acto se pesaban simbólicamente los actos que el difunto había “cometido” en vida y se determinaba si era merecedor de una vida eterna. Los egipcios pensaban que era en el corazón donde residían los sentimientos e incluso la memoria, por lo que éste era el órgano pesado. La diosa Maat por medio de su símbolo (una pluma) está presente en el otro plato de la balanza. Esta diosa lo es de la justicia, y figura en el acto de psicostasia como garante de la justa medida y consiguiente resultado de vida eterna o extinción para el difunto. La pluma es una simbología bella y ambivalente: paradigma de la levedad de peso, su mera existencia como contrapeso hace referencia directa a la rigurosidad del juicio que supone la pesada.
Además de la balanza y de los contenidos simbólicos de los platos, están presentes Osiris y Anubis, u Osiris y Horus, incluso a veces la diosa del nacimiento y el dios del destino.
En primer plano, Ammit, diosa con cabeza de cocodrilo y cuerpo formado por dos animales: mitad delantera por un león (o leopardo) y mitad trasera por un hipopótamo. Recibe los títulos de "Devoradora de los Muertos", "Comedora de Corazones", "La Grande de la Muerte", "Devoradora de Amentit", "Habitante de Amentit". Diosa inhumana por tanto, está más allá de la compasión y permanece presta a devorar el corazón del difunto que pese demasiado, indicativo de que no es digno de alcanzar la vida eterna debido al peso de sus actos inmorales.

Sociedades más cercanas a nosotros también tuvieron presente el mito de la psicostasia. La literatura homérica por ejemplo hace al menos dos referencias a pesadas en balanzas de los destinos humanos por parte de Zeus, padre de los dioses. Una decidiendo la suerte de troyanos y aqueos, poniendo en una balanza de oro los destinos de ambos, y otra en el célebre enfrentamiento de Héctor y Aquiles. Sin embargo, y a pesar de las analogías aparentes, en este caso hay una diferencia con el pesado de las almas: no es la virtud de un difunto quien es pesada, ni su moral o altura espiritual, sino meramente su suerte o su destino. Se trata en este caso de una Kerostasia. El nivel moral del mito griego es muy bajo por tanto, si no inexistente. Ahora no se pesa un alma para efectuar una contabilidad de méritos, sino que se contrastan los hados de dos contendientes o de dos pueblos, más sometidos al capricho de los dioses o del destino que al peso de los méritos o deméritos.

El encargado de pesar las almas en el imaginario románico es San Miguel Arcángel. En la siguiente ilustración vemos la enjuta derecha de la portada de Santa María la Mayor de Sangüesa. La foto está realizada por mí en agosto de 2005:

La escena transcurre a la izquierda del Pantócrator, a la derecha según mira el espectador. En la hilera superior vemos a ocho condenados que ya han pasado la prueba con resultado nefasto. Están desnudos y se acurrucan los unos contra los otros. Bajo ellos, tres difuntos han superado la prueba y aparecen vestidos en actitud orante con los rostros vueltos hacia el Cristo en majestad.
Tras ellos aparece San Miguel Arcángel con la balanza, y otras dos almas junto una pléyade de demonios que los atormentan, seguramente antes del juicio de la balanza.

La ilustración es una de muchas en el románico español, y aunque quizás no sea la más significativa por el contrario es muy jugosa: en el platillo de la derecha (al revés para el observador) está colocada el alma, simbolizada por un ave mientras que en la izquierda el demonio en representación teriomórfica de serpiente muerde el platillo para inclinar la balanza hacia el lado de la condenación y hacerse así con el alma del difunto. La figura del demonio como un tramposo es ubicua. En otras representaciones análogas apoya descaradamente la mano en la balanza mientras mira para otro lado...

En la representación egipcia, Ammit estaba deseosa de comerse el corazón del difunto (que es el análogo a poseer su alma) pero asistía al juicio sin intervenir; aquí sin embargo la actitud del diablo es torticera. Eso es una constante en las representaciones románicas, como iremos viendo.

Tio Petros

LA SIMBOLOGÍA ES DIFÍCIL

LA SIMBOLOGÍA ES DIFÍCIL

Ya saben la pasión que Tio Petros y una servidora sienten por el románico. Las pasiones, si se comparten, se disfrutan en mayor grado, de ahí que quiera compartir con todos ustedes algunos escritos del matemático que considero interesantes para dar luz a ciertas cuestiones sobre las que podemos interrogarnos cuando nos encontramos frente a este tipo de arte.

Una vez hecha la pertinente introducción, les dejo con Tio Petros. Que lo disfruten (el post, claro).


Cuando uno lleva tiempo visitando edificios románicos y disfrutando de la belleza y serenidad que de ellos emana, no puede menos que preguntarse porqué le es tan difícil entender la simbología de las imágenes.
Dada la ignorancia del que esto escribe, no sería demasiado difícil de explicar, pero es que a los demás mortales les pasa lo mismo. El motivo es claro: hay que conocer las claves y eso es difícil, o al menos no se consigue en cuatro días.

Cuando hablo de símbolo, quiero decir algo bastante concreto pero debido a mi ignorancia no estoy seguro de que el concepto sea el habitual, así que me explicaré un poco.
Un símbolo en el sentido que yo quiero hablar no es exactamente lo mismo que un signo. Los signos son cosas de cualquier tipo, sin ninguna restricción en su naturaleza, portadores de un significado. Un significante es el portador de un significado. Según esta definición un símbolo románico no es sino un signo. La cuestión es que es un signo bastante especial.
Visto desde esta perspectiva tan amplia, los signos pueden ser simplemente el consecuente de un antecedente que no vemos, sin intencionalidad alguna, ni emisor. Si vemos humo sabemos que hay fuego o al menos combustión de alguna forma. El humo es para nosotros signo de la combustión en virtud de una relación causa-efecto previa y conocida. En nuestro caso el humo es el efecto causado por la combustión, de modo que la visión de éste nos permite inducir la existencia de aquél.
No todos los signos son de este tipo, desde luego. Una palabra pronunciada o escrita o una flecha indicando un camino son dos tipos de signos diferentes al humo del ejemplo anterior. Son diferentes por varios motivos: son intencionados, tienen autor y la unión entre el significante (lo que vemos) y el significado (lo que entendemos) no es una relación causa-efecto sino un convenio. Y es ahí donde
empiezan las dificultades, porque los convenios son bastante arbitrarios, y a veces los signos tienen claves que facilitan su entendimiento (como el caso de la flecha indicando el camino) mientras que otras veces la arbitrariedad es completa, y no hay más camino que conocer el código (caso de la palabra hablada y escrita, salvo en el caso de onomatopeyas muy claritas).
Aún para los signos con claves, la dificultad está ahí. Nos parece obvio que una flecha indica el camino que está en la dirección de la punta porque tenemos un aprendizaje cultural. Sabemos qué es una flecha, y sabemos que el arquero las dispara con la punta hacia adelante por razones aerodinámicas de una obviedad aplastante para nosotros pero no sé yo si un extraterrestre lo vería tan claro.
Pues bien, llamaré símbolo a un signo del tipo flecha, no del tipo humo o del tipo palabra escrita o sonido hablado. La diferencia está en que hay una clave interpretativa en que la plasticidad del significante tiene relación no arbitraria con su significado. Pero además hay más.
Eso más que hay me es difícil de explicar, sin duda, por falta de conocimientos propios y por mi torpeza. Se trata de que esta relación entre significante y significado no es unívoca, y ahí empiezan los problemas y la riqueza de la simbología.

Quien esto escribe tiene una formación científica, no humanística y está acostumbrado a que existan correspondencias unívocas (inyectivas diríamos) entre los conjuntos de cosas con los que tratamos. Eso no es así en el caso que nos ocupa. Cualquier símbolo que podamos contemplar en un templo románico no es nada sin un espectador que lo contempla, lo interroga y lo disfruta. El espectador sabio extrae de él una plétora de significados, analogías y enseñanzas, mientras que el espectador ignorante (el que escribe es un buen ejemplo de ello) se queda a medio camino, intuyendo un mundo de relaciones pero sin poder acceder a él.
Vemos pues que no hace falta pensar en tonterías esotéricas del gusto de Dan Brown y su estúpido Código da Vinci para quedarse prendado del románico: hay misterio suficiente sin apelar a falsedades. Quedarse prendado es fácil, pero disfrutarlo intensamente es más difícil porque conlleva esfuerzo por aprender.

Tio Petros


Nota: La foto corresponde a un capitel de la portada meridional de la iglesia de Biota, en la comarca de las Cinco Villas de Zaragoza, realizada el 19 de julio de 2005.

DIE VIERTE ELEGIE

“Yo no quiero estas máscaras a medio llenar,

mejor la marioneta. Está llena. Yo quiero

sostener el muñeco y los hilos de alambre,

su apariencia de rostro. Aquí. Ya estoy delante.”

Rilke, R.M.: Elegía cuarta de Elegías de Duino

 

En ocasiones, el hombre juega a ser dios. Mueve los hilos de la marioneta y la hace bailar a su antojo. De eso sabía mucho Kleist. Sostenemos el muñeco y los hilos de alambre, y nos aseguramos de que su apariencia se convierta en rostro. Nos sentimos felices porque somos artífices, otorgamos vida a lo que no la tiene y somos conscientes de nuestra magnificencia. Contemplamos la obra y sonreímos.

En ocasiones, también, el hombre juega a ser dios porque un dios completo no sólo da vida sino que además la quita. El gran reto. El daño. El dios justiciero que antepone su orgullo a su propia naturaleza, a su propia definición.

Creamos y destruimos y no somos dioses. Creamos y destruimos porque somos hombres.

Santa ana maria y niño en taull

La imagen que les presento se encuentra en la iglesia de Sant Climent de Taüll. Representa a Santa Ana, María y su hijo en brazos. Aunque muy deteriorada en los extremos aún se conserva el corpus de la obra. A los tres personajes se les ha perforado el ojo izquierdo con un punzón. El Niño, además, tiene sus genitales reventados. Alguien jugó a ser dios no conformándose con mover los hilos de alambre. Pero el Hombre es dios y es marioneta y sólo su conciencia lo hace grande o lo envilece. Sin duda también, el Hombre es un ser necio.

Aquí. Ya estoy delante. ¿Y ahora qué?

EGO SUM OSTIUM (y 2)

EGO SUM OSTIUM (y 2)

La inscripción que dejábamos pendiente ayer está hecha en scriptio continua aunque los hexámetros están separados por signos en forma de dos puntos:

“Hac in sculptvra, lector, sic noscere cura:

Pe Pater, A Genitus dvplex, est Spiritvs almvs.

Hii tres iure qvidem dominus svnt unvs et idem”.

“En esta escultura, lector, debes interpretar lo siguiente:

Pe (significa) el Padre, A el Engendrado (de) doble (naturaleza), S el Espíritu Vivificante.

Estos tres son en verdad por derecho propio un único y mismo Señor”.

La presencia del vocativo lector del primer hexámetro se considera como una herencia de los epitafios latinos en los que se mantenía un diálogo imaginario con el caminante para que se detuviera y leyera detenidamente lo que se decía del difunto. Sin embargo, el texto del crismón de Jaca está ideado para que sea el hombre de iglesia quien lo “lea” a modo de guía para explicar al peregrino correctamente los símbolos del bajorrelieve. Y de todos ellos, uno en especial que hace de este crismón el primer intento por explicar la simbología al espectador, al pueblo, al peregrino. Aunque no lo parezca estamos en el siglo XI.

La novedad que presenta el crismón de Jaca es que por primera vez, sí me han oído bien, por primera vez –digo- se introduce la S, peculiaridad que lo transforma de crismón cristológico a crismón trinitario y todo ello por una pérdida de la conciencia lingüística como afirma Javier del Hoyo de cuyo trabajo recojo la información de estos post. Por esta pérdida de la conciencia lingüística a la hora de interpretar las letras que componían los primitivos crismones, quien diseñó el que nos ocupa, estaba obligado a ofrecer al lector una nueva interpretación. De tal forma que la rho griega se convirtió en una P del alfabeto latino y la chi griega se transformara simplemente en los radios de una rueda que simboliza la eternidad y la idea de trinidad para el mundo cristiano. La pérdida lleva consigo que la alfa y la omega representen a Cristo de forma redundante (Ego sum alpha et omega). Pero ¿qué es lo que obliga a la aparición de la S? quizás la necesidad de hacer saber que no se trataba de la coexistencia de tres dioses, sino de uno sólo. Para ello nada mejor que inscribir el crismón entero en una rueda para toda la eternidad:

nec Deus est nec homo presens quam cernis imago

sed Deus est et homo quem scra figurat imago

ni es Dios ni hombre la imagen presente que estás contemplando,

pero es Dios y Hombre aquel que representa la imagen.

 

Trinidad, unidad, eternidad y el paraíso celestial. Deseo redimirme. Ayer les mentí. Las margaritas celestiales tienen todas diez pétalos menos una. No les digo cuál es. Simplemente les muestro el camino. La razón: no la sé. Ego sum ostium.

EGO SUM ALPHA ET OMEGA (1)

crismon catedral jaca-1

La imagen que acompaña el post de hoy corresponde al tímpano de la portada occidental de la Catedral de Jaca. Este elemento tiene algo muy especial de lo que me gustaría hablarles: su contenido aparece explicado en cuatro inscripciones latinas redactadas en ocho hexámetros de rima leonina. Una de las inscripciones circunda el magnífico crismón dando cuenta del significado del mismo, hecho inusual en este tipo de casos. De lo que se trata ahora, es de comprender la inscripción teniendo en cuenta y aunando, aspectos de las diferentes disciplinas que conforman el campo de estudio, a saber, aspectos epigráficos, lingüísticos, métricos, iconográficos y teológicos que nos ayudarán a descifrar lo que contemplamos. Vamos allá.

Como siempre les sugiero, comencemos por describir lo que vemos. El crismón es un bajorrelieve dividido por un trazo vertical y otro horizontal desde cuya intersección parte una X que confiere al elemento forma de rueda. Del trazo horizontal penden una alfa y una omega, como colgadas de un hilito, inclinadas hacia su lado exterior y simétricamente dispuestas. En el trazo vertical aparece la tradicional P y en la parte inferior del mismo se inserta una S que aparece detrás del trazo y no enroscada como en el caso de otros crismones como por ejemplo el de Sant Père de Escunhau en Lérida. Véanlo

CRISMON SANT PERE ESCUNHAU

Los ocho radios del crismón de Jaca forman, como les he dicho, una rueda puesto que están circunscritos por una circunferencia. La rueda simboliza la trinidad. Cada uno de los espacios interradiales está decorado con una margarita decapétala que simboliza el paraíso puesto que estas flores aluden a las praderas celestiales.

Siguiendo con la descripción, fíjense ahora en la orla que circunda el crismón. Contiene una inscripción escrita en latín, con caracteres latinos y compuesta por tres hexámetros dactílicos con rima leonina. Los hexámetros nos explican el significado del crismón y debe leerse comenzando por arriba, a partir de una cruz que separa el comienzo y el final del texto y, en el sentido de las agujas del reloj.

Y hablando del tiempo, dejemos transcurrir un día hasta saber qué nos dice la inscripción y mientras tanto disfruten contemplando esta joya del románico. Si les parece, les dejo el enlace de la imagen ampliada para que aprecien los detalles que, como en todo lo bueno de la vida, resultan ser lo más importante.

Una cosa más. Para resarcirles del infortunado talante del post anterior, les dejo este enlace con el sincero propósito de conseguir su perdón:

http://www.youtube.com/watch?v=DGfBwWrNOic

CURIOSIDADES ESTÉTRICAS

abside durro

No les voy a mentir. Se me erizan los pelos cuando contemplo retablos dorados, cristos crucificados, santos en general o cualquier tipo de escultura cristiana que sea posterior al siglo XIV. Su presencia invade la austeridad y viola el recatamiento de cualquier templo románico. Los retablos policromados se apoderan de los ábsides y les arrebatan su elegancia y su sencillez y, sobre todo, su luminosidad. Son perversos y amanerados, rebuscados e insultantes y en ellos podemos encontrar los orígenes de una cultura kitsch con la que párrocos, obispos, reyes y demás familia de la fe dejaban -saecula saeculorum- su cagarruta particular en este mundo del arte. Eso sí, con una buena capa de dorados que todo lo tapan. Hasta el pecado.

carrión san zoilo

De los cristos crucificados que he podido contemplar, el cristo del monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes (Palencia) se lleva la palma por macabro. No sé si su cabello es natural, desconozco este dato, pero acojona y mucho, tanto o más que cualquier película japonesa de terror de esas que hacen que me transforme en un ovillo en el asiento y el corazón me lata a golpe de carrera de galgos. Alto, en penumbra y todo el dolor del mundo contenido en un rostro que apenas se deja ver, uno no puede por menos que pedir perdón por lo que sea no vaya a ser que la Santa Inquisición se presente de improviso ante una servidora que insta a sus lectores, todos los viernes, a abandonarse a los placeres de la carne. Bruja.

santa agueda astorga

Del santoral, existen dos representaciones un tanto curiosas: Santa Lucía y Santa Águeda. Las representaciones de sus respectivos tormentos tienen un elemento en común: su sinsentido. La primera se arrancó los ojos; a la segunda le cortaron sus senos. La primera siempre es representada con unos ojos bien abiertos y además portando sus propios ojos en una copa. La segunda con unos pechos firmes y mostrando sus senos cortados sobre una bandeja. De ahí el sinsentido de estas representaciones, de ahí su incongruencia y también su reflejo de un perverso realismo que podemos encontrar, por ejemplo, en el Palacio Episcopal de Gaudí en Astorga (León).

niño jesus durro

De estos particulares demonios "estétricos", nunca había contemplado un Niño Jesús crucificado. Entre la humedad y la falta de luz de la Iglesia de la Nativitat de Durro (Vall de Boí, Lérida), emerge de una peana el Hijo de Dios siendo todavía niño. Sin ningún tipo de temor en su rostro nos muestra su destino con una sonrisa y un gesto liviano que denota seguridad y calma, cruzando sus piernas y apoyando sus brazos en el tronco de su muerte. Sus grandes ojos y su boca entreabierta nos hablan de su futuro como hombre. La cruz parece habérsele quedado pequeña. Sus manos cuelgan y da la impresión de que soporta todo el peso del madero.

Subimos al campanario y respiro con devoción el aire preciso que mis pulmones me permiten.

Les dejo mi opinión de algunos de mis demonios estéticos. Al fin y al cabo, cada uno acarrea con los demonios que él mismo se permite.

CATEDRAL DE JACA: UN FAMOSO DESNUDO ANTE LOS MERCADERES

En la Catedral de Jaca dos hermosos capiteles sostienen las arquivoltas de su portada meridional. Ambos proceden de la mano del Maestro de Jaca: el de la izquierda, representa la escena bíblica de Balaam sobre su burra cuando es detenido por el ángel

capitel jaca balaam

y, el capitel de la derecha ilustra el sacrificio de Isaac. Los dos capiteles son de una belleza exultante y en ambos quedan reflejadas las señas de identidad que harían de su autor un gran maestro. Sin embargo, en mi opinión, en el segundo se advierte una circunstancia que para el viajero del románico no pasa desapercibida. Observen:

capitel jaca isaac

El muchacho aparece con las manos atadas a la espalda mientras su padre, Abraham, sujeta su cabeza blandiendo la espada que porta en su mano derecha, mano que a su vez, sujeta el ángel. Lo curioso –y no se olviden que estamos hablando de románico- es que el maestro de Jaca condenó al joven a la humillación del desnudo, un desnudo cuya talla está ejecutada con tal destreza y proporción que hay autores que lo han denominado el canon de Jaca por sus reminiscencias con la escultura clásica.

No es fácil encontrar ejemplos de desnudos en el románico si dejamos a un lado los famosos canecillos del románico campurriano de los que ya les hablé en su día . La desnudez en uno y otro caso es diferente. Isaac se enfrenta a un destino trágico, con las manos atadas en el sentido literal de la expresión. Va a morir, sacrificado y además desnudo. Un gran golpe de efecto de un magistral director de escena, sin duda, si además de la originalidad del capitel sumamos lo que un instante después descubrimos.

Cuando admirábamos el humillante desnudo se nos acercó un anciano. Amante del románico y orgulloso de su catedral nos instó para que le acompañáramos. Quería mostrarnos “una piedra curiosa” cerca del capitel en cuestión:

vara catedral jaca

- ¿Ven estas marcas en la piedra? Nadie se fija en ellas. En esta pequeña plaza de aquí enfrente, los mercaderes venían a comerciar con sus telas. La marca superior corresponde exactamente a la distancia entre el codo y la mano. Las inferiores, aún conservan las muescas de un patrón de medida dividido en partes exactamente iguales.

Son las doce del mediodía. Salimos del porche donde se encuentra la portada. Dejamos atrás los dos capiteles que nos hablan de la fe en Dios y de los ángeles –que como dice Cobreros- median y ejecutan los mensajes divinos. Nos llevamos con nosotros la imagen de Isaac desnudo, tal y como lo concibió el Maestro de Jaca, sin vestidura alguna y a punto de ser sacrificado. El ángel detiene su muerte. Los mercaderes llevan hasta él sus telas para cubrirlo aunque sólo sea metafóricamente.

Son las doce del mediodía y con un caña brindamos por la redención de Isaac.

SAINT JUST DE VALCABRÈRE O EL ASOMBRO DE UN PEÓN DE ALBAÑIL

SAINT JUST DE VALCABRÈRE O EL ASOMBRO DE UN PEÓN DE ALBAÑIL

El día pasado, mientras Tio Petros y yo tomábamos una copa, contemplábamos cómo unos cuantos individuos de nuestra misma especie bailaban al son de una rumba. En concreto nos concentrábamos en una mujer que ocupaba el centro de atención de todo el garito. Cocida como un piojo, despeinada y con una agradecida barriga cervecera que sin pudor nos regalaba, se movía al ritmo de la música que por el movimiento de brazos y manos, veíase convertida en jota aragonesa de cuando en vez. El marido, extorero en sus días mozos, la contemplaba también amparado en el quicio de la puerta del establecimiento, mellándose unos rizos teñidos de zaína juventud que más parecían de sangriento mercenario que de matador de toros bravos.

- Cada vez es más grande mi asombro por la diversidad humana –dijo Petros-. Gracias a dios, a medida que pasa el tiempo, nuestro carácter va apaciguándose. Hace unos años, me hubiera sido insoportable. Ahora contemplo este espectáculo y sonrío.

Nuestra última parada antes de regresar a casa después de la ruta del románico de este verano, fue en Saint Just de Valcabrère, basílica ubicada en la haute Garonne. Enclavada en un paisaje casi toscano, la iglesia construida entre los siglos XI y XII es particularmente hermosa debido a ciertos elementos arquitectónicos en su ábside y absidiolos que le otorgan esa individualidad con que el románico se viste en muchas ocasiones.

Dejando a un lado estos últimos, Saint Just de Valcabrère disfruta de otra singularidad que la hace aún más atractiva a los ojos del curioso: muchos de sus sillares fueron tomados “prestados” a la antigua ciudad romana de Lugdunum Convenarum, sillares en forma de lápidas funerarias que pueden verse tanto en el exterior como en el interior del templo. De todos ellos, hay uno que llama la atención y que se encuentra situado en el interior del edificio, entre el ábside y el absidiolo izquierdo, a una altura considerable para nuestros ojos (les recomiendo que lleven siempre consigo unos prismáticos) y bajo una escasa luminosidad dada la hora avanzada de la mañana. Pues bien, la lápida pertenecía a la tumba de un peregrino al que la historia le ha negado el descanso para toda la eternidad. Y digo esto, porque tras unos minutos de contemplar el bajorrelieve, uno no encuentra su razón de ser, ni sus pies ni su cabeza ni es posible su lectura hasta que colocándose a unos metros de distancia del mismo decide uno darle la espalda al sillar, abrir las piernas, sacar el culo insolentemente y entre el hueco del que hemos dispuesto, enfundarse los prismáticos y mirar. Mirar la historia de la lápida que ya se abre ante nuestros ojos y contemplar cómo al pobre desgraciado albañil, que no sabía leer, lo mismo le daba colocar “su piedra” al revés siempre y cuando el nervio del arco dispusiera de la suficiente tensión para que la bóveda no cayera.

Al albañil que colocó la lápida, poco le importaba el eterno peregrinar de un anónimo viajero que fue a morir allí, en un mundo puesto al revés, cuando ante sus ojos y con su sudor y trabajo, se construía un templo que se dio en llamar de estilo románico varios siglos después, un templo con una estética propia, de formas armónicas, de gran funcionalidad, unitario a pesar de sus muchas expresiones, misterioso y humano. Terriblemente humano.

“Cada vez es más grande mi asombro por la diversidad humana”, por esta razón el peón de la basílica de Saint Just de Valcabrère, sonríe cuando nos contempla de espaldas a unos metros de su sillar, con el culo en ristre tratando de descifrar la música de una “simple” piedra .

1.500 KM. DE BELLEZA

Castillo de Loarre

1.500 km de belleza, de buenos momentos. Cargado el cuadernillo de ideas para dar de comer a este hijo que a veces tanto cuesta. Hemos vuelto. Pero ahora somos más ricos que cuando emprendimos el viaje.

Cuando se es viajero (que no turista) uno aprende aunque no quiera. Quizás se trate de un acto tan inconsciente como el respirar. Una vez más, hemos respirado románico y los pulmones se hinchan de belleza mezclada con aromas de parajes solitarios que despuntan a primera hora de la mañana. Así hay que vivir el románico: con la humedad que acompaña a quien lo “lee” desde la oscuridad hasta la luz; desde el silencio de uno mismo hasta los ecos de los sillares.

El románico es un viaje que no tiene fin, lamentablemente las vacaciones sí. Ladrones de un arte (más que arte, afirmo) que nos apasiona, traemos con nosotros un cofre repleto de tesoros. Juzguen ustedes mismos si el botín no ha merecido la pena:

HUESCA

Murillo de Gállego. Iglesia de San Salvador

San Juan de Agüero

San Salvador de Agüero

Catedral de Jaca

San Fructuoso de Barós

Santa María de Santa Cruz de la Serós

San Pacrasio de Santa Cruz de la Serós

San Juan de la Peña

Santa María de Iguácel

Castillo Monasterio de Loarre

San Martín de Oliván

Santa Eulalia de Orós Bajo

San Juan de Busa

San Pedro de Lárrede

Iglesia de Santa María de Aínsa

Ex-catedral de Roda de Isábena

Monasterio de Santa María de Obarra

Nuestra Señora de Puy, Tolva

Nuestra Señora de Baldós, Montañana

Monasterio de Santa María de Alaón, Sopeira

LÉRIDA

Santa Eulàlia de Erill La Vall

Sant Joan de Boí

Santa María de Taüll

Sant Climent de Taüll

Iglesia de la Natividad, Durro

Sant Feliú, Barruera

Sant Miquel, Vielha

Santa María, Bossost

Sant Andreu, Salardú

Sant Père, Escunhau

Sant Sernilh, Betrén

FRANCIA

Saint Bertrand, Comminges

Saint Just, Valcabrère

EN POST DEL ROMÁNICO

capitel san juan de la peña

No crean amigos que las vacaciones de Vailima han finalizado ya. Ni mucho menos. El próximo sábado de madrugada, Tio Petros y menda lerenda comenzarán, una vez más, su periplo en post del románico por tierras aragonesas y catalanas. Como siempre, el matemático tiene estructurado el viaje de forma escrupulosamente perfecta y, una servidora se dejará llevar apuntando en nuestra bitácora (de papel y con pluma, como acostumbro) los hermosos lugares que recorremos, contemplamos y sellamos en nuestra memoria a golpe de premeditación y sorpresa.

Nos hemos preparado concienzudamente para ser espectadores de piezas magníficas de las que daré debida cuenta una vez regresemos. Si alguien quiere tomar unas cañitas con nosotros y compartir un rato que sin duda será agradable, no tiene más que comunicárnoslo a través del correo electrónico.

Lo dicho, hasta la vuelta y pásenme un feliz verano. Nos vemos.

EUNATE: LAS CIEN PUERTAS DEL PARAÍSO

Eunate13

La iglesia de Santa María de Eunate tiene cuatro estrellas en la guía de Jaime Cobreros que es como la Guía Michelín del románico en España. El edificio se encuentra aislado en medio del campo y su silueta poligonal se adivina ya desde la carretera provocando la misma sensación de pálpito que el final de una buena novela.

La iglesia está rodeada de misterio. Misterio por su etimología (“ehun ate” del euskera significa cien puertas), por su forma octogonal y por su origen templario. Sin duda, un magnífico objeto de deseo para un amante del románico. A uno de sus lados, se abre una cabecera absidal en semicírculo que se orienta a levante. Todo el edificio está rodeado por una arquería, también octogonal, formada por arcos de medio punto apoyados tanto en pilares cuadrangulares como en columnas geminadas y rematadas por capiteles dobles.

Cuando te acercas a ella, experimentas la misma sensación que la producida por el leve roce de la mano de la persona a la que uno ama. Mezcla de excitación y deseo, de ingravidez consentida. Antes de entrar en el recinto, un escrito anónimo te advierte, a modo de rito de iniciación, el camino que debe seguir el visitante, porque aunque uno no sea creyente, ante Santa María de Eunate, se convierte en peregrino.

“Cuando divises el edificio de la iglesia de Eunate, te detienes para contemplarlo y dejarte impresionar. Te acercas a él despacio. Antes de entrar en la arcada que lo rodea te descabalgas la mochila y te descalzas.

Deja resonar en tu interior las palabras que Dios dirigió a Moisés: “¡Moisés, Moisés! No te acerques aquí, quita las sandalias de tus pies porque el lugar en que estás es tierra sagrada. Yo soy el Dios de tus padres. Moisés se cubrió el rostro porque temía ver a Dios”.

Repite estas palabras en tu interior y mientras, lentamente, accedes al claustro y circunvalas el octógono tres veces, en nombre de cada una de las personas de la Santísima Trinidad.

Te detienes en la puerta norte y pides a las esfinges de los capiteles que encubran tu indignidad y permitan tu acceso al lugar sagrado. Cuando obtengas su permiso, traspasas el umbral: has penetrado al espacio donde Dios se manifiesta.

Colócate en el centro bajo la cúpula mirando el ábside. Deja que la luz que entra por los lucernarios y ventanas vaya alumbrándose en ti. Escucha: “Yo soy el Dios de tus padres”.

Contempla la imagen de nuestra Señora.

Deja que el espacio entre en tí, te hable y te comunique su secreto. Pídelo. Con mucha humildad, pero pídelo. Abre tu más íntima interioridad a Dios.”

Contemplación, silencio, austeridad, humildad... cada uno va buscando su dios particular. Quizás, a veces baste con buscar lo que tenemos de humano. Mientras escribía ayer este post, escuchaba en la radio el comunicado de ETA. A poca distancia de Eunate, se unen las dos ramas del camino francés en un magnífico puente que ha soportado infinidad de tensiones durante nueve siglos. Después de la esperanzadora noticia, mantengo mi deseo de que este nuevo puente se construya con bases firmes e imperecederas. Como en Santa María, unas puertas se cerrarán y otras, se mantendrán abiertas y, unas y otras, nos conducirán igualmente al paraíso: con los pies desnudos y con humildad.

EN POS(T) DEL ROMÁNICO

EN POS(T) DEL ROMÁNICO

Siempre que podemos Tio Petros y una servidora se toman unos días para recorrer la geografía española en pos de buenos paisajes, buen románico y buena gastronomía.

Como siempre decimos, si a este placer se añade la posibilidad de tomar unas cañas con algún lector amigo, mejor que mejor. Desde este viernes hasta el lunes estaremos en la comarca zaragozana de las cinco villas, recorreremos Uncastillo, Biota, Sos, Sádaba, Tauste, Castilliscar, Ejea, y haremos alguna incursión en la provincia de Huesca (comarca de La Sotonera).

Maravillosas tierras que conocemos algo y queremos conocer más.


Si algún lector quiere compartir unos minutos con nosotros, para eso están los comentarios.

un abrazo

p.d. No crean que me voy a olvidar del post de cada viernes. Ahí lo tendrán. Espero que sea un fin de semana rico en descubrimientos.